¡Viva MARÍA¡ MEDITACION DE LA MAÑANA (D.GOBBI) Queridos hermanosp Sacerdotes: Os saludo a todos los que habéis venido de tan lejanas tierras para pasar con nosotros estos días de Cenáculo, afrontando viajes tan largos, con este calor, y quedo muy conmovido por el amor que mueve a tantos hermanos que están todavía de viaje. Pienso en el grupo portugués y francés, a quienes una huelga de pilotos les ha impedido llegar, y que pienso llegarán después de tantas fatigas. Esto, Madre, te dice el gran amor que estos tus hijos tienen hacia Ti. Ayer en la introducción he procurado haceros comprender que el don que debemos obtener durante este Cenáculo extraordinario es ayudarnos a vivir la Consagración a Su Corazón Inmaculado, y vivirla, hermanos, dentro de nuestra pequeñez y mezquindad. ¡Vivirla! ¡Vi-vir-la!. Estos son los tiempos en que debemos vivir y testimoniar con valentía y sin miedo. Y os digo que la Virgen mira, no nuestra pequeñez, sino nuestra buena voluntad, la de los aquí presentes y la de los 40.000 que ya han mandado su adhesión, la de los que han acogido Su invitación y la de aquellos que han dicho si, y meditan y quieren actuar según los mensajes de Su libro. Y ahora para ayudarnos a vivirla, me he preguntado esta noche: Madre ¿por que no nos das un medio fácil, sencillo para poder vivir la Consagración a Tu Corazón Inmaculado?. Hermanos Sacerdotes, me parece que la Virgen me ha hecho encontrar la respuesta. Ciertamente, el camino que hemos de recorrer es largo durante nuestra existencia, toda nuestra vida. El espíritu de nuestra Consagración lo he encontrado en el libro, que causa tanto fastidio al demonio. Y sabéis ¿por que? ¡Un libro tan sencillo, y da tanto fastidio!. Y la he dicho: Muéstrame un camino sencillo, dime una palabra sencilla que yo pueda decir a los Sacerdotes de como han de vivir la Consagración que te han hecho. He aquí, hermanos, como podéis vivirla: “Vuestros corazones en el Corazón Inmaculado de la Madre.” Entonces, Madre, estamos de acuerdo: mí pequeño corazón, tan pequeño y pobre que tiene miedo de todo, frenado por el egoísmo, tan fácil a apegarse a las cosas y a las criaturas: mi pequeño corazón dentro de tu Corazón Materno. Y de este modo la Virgen ve el corazón de cada uno de nosotros, tal como es, en su Corazón Materno. Entonces se vive la Consagración en cada momento. Entonces se responde al designio de María. Entonces nos preparamos a los momentos que nos esperan. Entonces no tenemos miedo de nada. Entonces, sencillamente, nuestros corazones de niños los depositamos en el Corazón Materno de María. Pero ¿por que debemos depositar nuestro corazón en el Suyo? Pero ¿por que? Porque el acto de Consagración es aquello por lo que sintonizamos y nos confiamos a Ella, y María es Madre y con motivo de su Maternidad es el tipo perfecto de cualquier amor humano. Y, por tanto, es el tipo del amor en la forma mas perfecta del amor creado; por lo que podemos afirmar que María es el Amor. Si nosotros, fuera de Dios, queremos buscar una perfecta forma de amor la encontraremos en María. Por lo que si la queremos definir, aún como criatura, fuera de Dios: Dios es amor, María es el misterio de amor. Y puesto que la sede del amor es el corazón, María es el misterio del Corazón. Hermanos Sacerdotes, de todas las definiciones esta es la que a mi más me agrada. Cuando tu Papa ¡oh Madre! intenta definirte, usa siempre esta expresión: María es el misterio del corazón. El misterio no es una verdad abierta, es una verdad que puede estar oculta, no comprendida por todos, una verdad todavía misteriosa, no a todos revelada esta verdad, no revelada todavía a todos, puede constituir por añadidura un secreto: el secreto de María. Hermanos Sacerdotes, el santo y el teólogo de la Consagración me dicen por que no se hace la teología de la Consagración, pero ya está hecha por Montfort. S. Luis de Montfort habla de un secreto: el secreto de María, que no será desvelado a todos, que será revelado en los “últimos tiempos” a los apóstoles de aquellos últimos tiempos: el secreto de María. Yo te pido, Madre, que nos reveles hoy a tus Sacerdotes este secreto: el secreto de María. Si, estos son los tiempos predichos por Montfort. Estos son los tiempos predichos por la Virgen en Fátima. Y si es verdad, como dice el Papa, que esta Iglesia espera la segunda venida de Cristo, no podéis negar que estos son los últimos tiempos, que preceden a este segundo adviento. Consecuencia lógica de lo que ha dicho el Papa en la “Redemptor hominis” Y no se puede, por tanto, negar, Madre, que estos Sacerdotes que Tu llamas de todos los continentes y que con tanta generosidad te responden y se consagran a tu Corazón Inmaculado, y les revistes de Tu Luz: ¡dales tu capacidad de amar y la luz de tu sabiduría, condúcelos por tus caminos, fórmales con celo y poder materno!; no se puede negar, Madre, que estos tus Sacerdotes, a veces tan pobres, pisoteados, perseguidos, humillados, heridos, insidiados, no se puede negar, Madre, que estos tus Sacerdotes, son los Sacerdotes de los “últimos tiempos”. Y entonces, Madre, a ellos lea debes revelar tu secreto. Y debemos pedir al Espíritu Santo, su Esposo, que nos conceda el don de introducirnos a abrir este “libro sellado” para comprender hoy el secreto de María, que debe ser revelado hoy a vosotros, hermanos Sacerdotes, llamados a ser los apóstoles de estos “últimos tiempos”. El secreto de María es el misterio de María, es el misterio del corazón. Este Corazón Inmaculado que se abre, que se dilata, que se revela, que quiere recoger a todos: Este Corazón Inmaculado de María es el secreto de María. Hermanos Sacerdotes, entended cómo aun hoy se repite la frase de Jesús, y esto nos da la respuesta a un fenómeno que se…
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