El Cenáculo, el canal de la Mediación de la Gracia

El Cenáculo, el canal de la Mediación de la Gracia

Michele Gaugrahn

Continuamos con nuestra reflexión del Cenáculo.

Yo a menudo encuentro sorprendente leer la explicación de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles. Primero, San Lucas nombra a los Apóstoles que estaban presentes. Y todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres y de Maria, la Madre de Jesús, y de sus hermanos. (Hch: 1,14).

Es casi como si a él le concernieran sólo los Apóstoles, los que guiaban la nueva Iglesia que estaba naciendo, añadiendo nuestra Madre casi como un pensamiento tardío. La verdad es completamente lo contrario. En efecto, Ella era esencial en la constitución del Cenáculo, la Madre a través de quienes la Iglesia nacería. Ésta Presencia suya queda esencial en nuestros Cenáculos, que queda  a continuación de aquel sostenido en Jerusalén, como hemos visto, no sólo en su estructura de afuera, sino en su interior realidad.

En Sus Mensajes, nuestra Madre lo deja claro:

“Cuando dos o más están reunidos en Mí Nombre, Yo estoy en medio de ellos”, así lo ha dicho Mí Hijo Jesús. Cuando dos o más Sacerdotes de Mí Movimiento están unidos por Mí, Yo Misma estoy en medio de ellos; Yo Misma con ellos y en ellos me Manifiesto, sobre todo cuando estos sacerdotes están unidos en la oración .

Donde dos o más Sacerdotes de Mí Movimiento se encuentran por Mí, allí está el Cenáculo. (Debemos de notar: “El Cenáculo”, no “un cenáculo”) En el Cenáculo estaban los Apóstoles con Maria, Madre de Jesús. En estos Cenáculos quiero reunidos a los Sacerdotes de Mí Movimiento con Maria, Madre de Jesús y Madre especialísima para ellos”. (17 de Enero de 1974).

Medianera de las Gracias

Esto, nos trae el papel de la Madre Maria. El Cenáculo, es claro, es el trabajo del Espíritu Santo, la promesa del regalo del Señor Jesús, quien infundiría la vida dentro de la Iglesia que es divina en el momento de su nacimiento. Pero estos regalos están dados por Él a través de la mediación de Maria, que es la esposa del Espíritu Santo.

Recordemos que, si el Espíritu Santo es nombrado en el himno que cantamos aquí como “(El dedo de la Mano Derecha de Dios – a través del trabajo de la Bendita Trinidad están extra cumplidos)”, también nuestra Madre nos ha hablado del (Dedo de la Mano Derecha del Espíritu Santo, a través de quien Él media toda su actividad a nosotros).

La mediación de la Gracia de la Madre es, en un sentido real, Su Maternidad.

Aquella Gracia, que nuestra Madre es la mediación del Espíritu Santo sobre nosotros, viene a nosotros de la Santísima Trinidad, y nos trae a nosotros la semejanza de Cristo, que estamos destinados a tomar nuestro lugar en Su Vida.

La labor de la mediación de aquella Vida nos es introducida a nuestra Madre; como Ella a través de aquella Vida trajo al mundo la forma de Su Divino Hijo, así Ella es la Única que es introducida para ser el canal de la Gracia en su último destino en la labor de la Redención, que es, dentro de las almas de Sus pequeños hijos. Ella es la perfecta trasmisora de la Gracia de Su Hijo, por ser pura y de Inmaculado Corazón.

“Maria, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc, 2,19).  Traernos aquella Gracia es el trabajo especial de Su Corazón Inmaculado, dentro del cenáculo de aquél corazón en una manera continua, y también en nuestros cenáculos ocasionales, esto es, traernos dentro de la santidad de Jesús.

Todo esto estaba descrito especialmente para nosotros en el mensaje “Mediadora de todas las Gracias” en la fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo, el 16 de Julio de 1980. Concentrémonos en aquél mensaje en ésta parte de nuestra meditación.

“La Gracia que desciende del seno del Padre, para llegar a vosotros, debe pasar a través del Corazón divino de l Hijo, que os la comunica en su Espíritu de amor.

Como un rayo de luz, al atravesar un ventanal, toma de él forma, color y diseño; así la gracia divina, merecida por Jesús, sólo puede llegar a vosotros a través de Él, y por esta razón reproduce en vosotros su mismo diseño, su misma imagen y os configura cada vez más a su misma Persona.

La vida divina sólo puede llegar a vosotros bajo la forma de Jesús, y cuanto más crezca ella en vosotros tanto más os asimila a Él, de manera que podéis crecer verdaderamente como pequeños hermanos suyos”.  (16 de Julio de 1980 ).

Aquí nuestra Madre nos lleva dentro de la vida espiritual, es decir, dentro de aquella unión con Jesús que nos hace compartir la vida de la Santísima Trinidad, participando en Su lugar como Hijo ante el Padre.

A través de la gracia, el Padre se comunica más y más a vosotros, el Hijo os asimila, el Espíritu Santo os transforma, estableciendo una relación de vida con la Santísima Trinidad, que se hace cada día más fuerte y operante. Es la misma Santísima Trinidad la que establece su morada en las almas en gracia”.  (16 de Julio de 1980).

Éste mensaje merece una meditación muy profunda, porque describe el maravilloso y misericordioso destino de por qué Dios nos creó: para vivir en el corazón de la Bendita Trinidad, la “casa” de Dios Mismo, que deberíamos como San Pedro dice, os hicieras partícipes de la naturaleza divina (2 P. 1,4).

Cuando la “santidad” o la “vida de gracia” es hablada por muchos, que está limitada al  grado de la calidad de la virtud en nuestras vidas, es en realidad la calidad de nuestra correspondencia con la ley de Dios.

La vida de la gracia está vista como el grado de benevolencia en nuestra propia actividad. Es claro, que la verdad, si nosotros no tratamos de vivir nuestra vida plena de fe,  luego, no podemos esperar la gracia de Dios en nosotros. Sin embargo, es también verdad que el regalo de la gracia está mucho más allá de todo, y podemos ganar para nosotros mismos aún lo mejor de la vida, que se quedaría un puro regalo del Cielo.

Ésta unión con la Trinidad Bendita , que nuestra Madre nos habla, es Su propia casa:

“Soy la Mujer vestida del sol. Yo estoy en el corazón de la Divina Trinidad”.(14 de Junio de 1980)

Habiéndonos hablado de la naturaleza de la gracia santificante, nuestra Madre nos habla de Su propia parte trayéndola a nosotros:

“Quiero reunirlos en el amor, que debe crecer cada vez más entre vosotros, hasta haceros una sola cosa.

Así podré ofreceros a mí Hijo Jesús para cumplir su deseo más íntimo, que os ha dejado como su testamento: “Como Yo y Tú, oh Padre, somos uno, así también ellos sean una sola cosa en nosotros”.

Y, ¿dónde puede construirse cada día esta unidad, sino en el Corazón Inmaculado de vuestra Madre, que os ama a todos, y os conduce, os congrega y une? (11 de Febrero de 1980).

No una ordinaria unidad, pero unidad con el Señor Mismo y, en Él, con el Padre, en la vida de la Bendita Trinidad.  Ella es la Mediadora, por aquellos que viven en Ella, de las más profundas regiones de la vida sobrenatural.

Esta vida de gracia tiene también una relación con vuestra Madre Celeste. Siendo  verdadera Madre de Jesús y vuestra, Mi mediación se ejerce entre vosotros y Mi Hijo Jesús. Es la natural consecuencia  de Mi divina Maternidad. Como la Madre de Jesús ,fui el medio escogido por Dios para que mi Hijo pudiera llegar a vosotros. En mí seno virginal se realizó mi primera obra de mediación.

Como Madre vuestra he sido el medio elegido por Jesús para que a través de Mí todos vosotros podáis llegar a Él.

Soy verdadera medianera de gracias entre vosotros y mí Hijo Jesús. Mi misión es la de distribuir a mis pequeños hijos esa gracia que brota del seno del Padre, os la merece el Hijo y os la otorga el Espíritu Santo.

Mi misión es distribuirla a todos mis hijos, según las necesidades particulares de cada uno, que la Madre conoce muy bien”.  (16 de Julio de 1980).

¡Verdaderas palabras de una Madre!

Nuestra Entrega

Como el regalo de la gracia de Maria hacia nosotros es verdadero y totalmente sobrenatural, es necesario, que tengamos el más pleno efecto en nosotros, que  cooperemos al máximo, que busquemos plenamente ésta unión con Ella en nuestro acto de consagración a Su Corazón Inmaculado.

No es algo que podemos hacer parcialmente, sino totalmente: Totus Tuus, Totaliter Tuus. Éste es un caso para estar abiertos a nosotros mismos para ser guiados y llevados por Ella.

Tenemos el privilegio de vivir en éstos tiempos de Maria, en los cuales Ella ha venido a guiarnos seguramente y dulcemente a Dios en el medio de las tribulaciones del momento presente, nos ha ofrecido Su Mano, y la triste cosa es que hay muchos que se han vuelto a un lado ante Sus promesas, así que hay muchas oportunidades perdidas.

Fátima, con su llamada a la conversión, (a través de la segunda guerra mundial que se podía haber evitado) en ese tiempo no ha sido escuchada por muchos, y la llamada para la consagración de Rusia no tuvo ninguna respuesta, que podría haber traído la paz y la conversión de ese país. La llamada ha sido escuchada por el Obispo de Rusia (y yo tengo el privilegio de haber estado presente en una de las ocasiones que la hizo), pero la consagración oficial se volvió imposible para Juan Pablo II que no tuvo ninguna cooperación. Su propia llamada para la personal consagración de toda la Iglesia, y para los sacerdotes en particular, hecha en ese Año Mariano, no fue seguido. ¡Cuantas grandes gracias nos hemos perdido!

Luego, hay muchas voces que hablan en contra del plan de Nuestra Madre: ellos rechazan los mensajes, dicen que “No hay necesidad de aceptar revelaciones privadas”, y la idea de la consagración al Corazón Inmaculado, sosteniendo que Su lugar en el Plan de Dios es exagerado.

Ella es rechazada por muchos.

Pero como Su Movimiento de Sacerdotes, tenemos que apreciar que vivimos en el medio de grandes privilegios. Cuando la beatificación de Jacinta y Francisco, el Papa Juan Pablo II nos recordó que Maria es, para aquellos que están en Sus Manos, el más dulce y seguro camino hacia Dios. Nosotros recibimos los regalos de la Consagración a Su Inmaculado Corazón, los mensajes y el Cenáculo, y éstos son tesoros para nosotros.

Porque ellos son la expresión de una de las más grandes gracias que se conoce en la historia de la Iglesia: es la total renovación en el Corazón de nuestra Madre y la vida en Ella, cerca de Dios. El Movimiento Mariano de Sacerdotes ofrece un rescate a la Iglesia en el medio de las presentes tribulaciones y aquellos que viven ésta espiritualidad plenamente son los instrumentos de renovación de nuestra Madre, como Ella es el instrumento de la Santísima Trinidad. Aquellos que rechazan el camino de Maria son necios. Ellos son como aquellos que, en el medio de grandes peligros, les muestran un camino que es libre y seguro, y eligen en vez otro camino, con todos los peligros. Nuestra Madre nos dice:

“Yo cumplo siempre ésta función mía. Pero sólo puedo ejercerla plenamente en aquellos hijos que se confían a Mí con perfecto abandono. Puedo ejercerla sobre todo en vosotros, hijos predilectos, que con vuestra consagración os habéis confiado plenamente a Mí.

Yo soy el camino que os conduce a Jesús. Soy el camino más seguro, más breve, el camino necesario para cada uno de vosotros. Si rehusáis ir por éste camino, corréis el peligro de perderos en el trayecto.

Hoy muchos han querido darme de lado, considerándome casi un obstáculo para llegar a Jesús, porque no han comprendido mi función de Medianera entre vosotros y Mí Hijo.

Así nunca como en éstos tiempos, muchos hijos míos corren el riesgo de no llegar a Él. Con frecuencia el Jesús que encuentran es sólo el resultado de sus humanas investigaciones y responde únicamente a sus aspiraciones y deseos: es un Jesús hecho a su medida; no es Jesús, el Cristo, el verdadero Hijo de Dios y de vuestra Madre Inmaculada.

Entregaos a Mí con confianza y permaneceréis fieles, porque así podré realizar plenamente mi obra de Medianera de gracias.

Os llevaré cada día por el camino de Mí Hijo, de modo que Él pueda crecer en vosotros hasta su plenitud”. (16 de Julio de 1980).

De ésta manera, nuestra Madre nos ofrece Su Mediación de Gracias como el camino que nos lleva a la plenitud nuestra vocación al sacerdocio de ser “in persona Christi”. Es el más precioso mensaje.

Nuestra formación es la palabra de nuestra Madre

Uno de los canales principales de la Mediación de Gracia de nuestra Madre que se asienta para nosotros especialmente en el Movimiento Sacerdotal Mariano es Su Palabra.

Cuando tuve el primer contacto con el Movimiento, una de las grandes alegrías ofrecidas a mí, ¡era en efecto que la Madre de Dios me estaba hablando a mí!

Sí, yo supe de Sus grandes apariciones en Lourdes y en Fátima, con sus mensajes alentadores, pero fue diferente ahora saber que Ella tenía una palabra para mí personalmente, porque Ella estaba hablando a Sus sacerdotes, y yo era uno de ellos. ¡Que regalo precioso es éste libro de los Mensajes!

En el Cenáculo, nosotros entramos en la escuela de Maria, para ser enseñados por nuestra Madre a través de Su Palabra.

Es una palabra que viene del Corazón de una Madre, con todo su calor y riqueza, pero también tiene la función de sellarnos en la Verdad.

No está en contraste con la Palabra de Su Hijo, como San Juan de la Cruz nos dice, es la única palabra absoluta dentro del mundo por el Padre Eterno, pero la palabra de nuestra Madre contiene el espíritu y la interior realidad de Su Hijo.

Que Ella aprendió a través de su vida viviendo juntos en la tierra y que Ella pone en los corazones de sus pequeños hijos. Ella nos habla de esto en un mensaje dado en Castelmonte el 9 de Febrero de 1985, lo cual nos hace capaces de continuar nuestra reflexión de Ella como Medianera de todas las Gracias en el corazón del Cenáculo:

“En esta Casa, la Madre Celeste os consuela y os alienta, os forma y os guía, os fortalece y os confirma a través de la palabra que os ofrece para indicarnos el camino. ¡Oh, que necesaria es hoy mi palabra materna para vosotros!

Por esto la hago brotar de mi Corazón de forma cada vez más abundante.

Sentid el profundo deseo de ella; acogedla con humildad y docilidad; meditadla en el corazón; actuadla en vuestra vida.

Mi palabra , ante todo, es una flor de Sabiduría, que hago descender del Cielo. Ella parte de la Sabiduría Eterna del Verbo. Él es la Sabiduría increada, que revela el designio del Padre, de quien es la imagen perfecta.

Ésta Sabiduría, encarnada en mi seno original virginal, de palabra se hizo hombre, y tiene la misión de dar siempre a los hombres el don de la eterna Verdad”.  (9 de Febrero de 1985)

Subrayando estas palabras se apoya el maravilloso secreto del Corazón de Maria, que guardaba todas éstas cosas en su corazón, meditándolas, todo lo que Él hizo, todo lo que Él dijo, recibiendo dentro de su alma, que no vio otra luz, y vio todas las cosas en una vasta gracia del Espíritu Santo, que la hacía capaz a Ella de ver todas las cosas con  Sabiduría Divina.

Su Corazón es Inmaculado, no conteniendo nada que pueda impedir la total trasmisión de fe de la palabra de Dios en el Espíritu Santo.

Ella habla de Su “seno virginal”, pero nosotros podemos hablar también de Su “Corazón Virginal”, que es totalmente puro, por eso podemos, perfectamente seguros, que encontraremos las palabras de Dios en las suyas. Ella ha estado confiada a formarnos en aquella palabra, como los profetas de nuestros días.

Es triste el hecho de que hoy hay muchos que rechazan la autenticidad de los mensajes de nuestra Madre, sintiéndose libres de considerar a ellos, no como una necesidad significante en sus vidas. Yendo a las raíces de esto, hay un peligro de perder visión de la maravillosa dignidad (podríamos decir majestad) de la Única Que nos hace el regalo  de hablarnos, que no tiene precio. En otras palabras, podemos correr el peligro de venerarla sin el honor que le debemos a Ella. Cuando nos aproximamos a Ella, lo hacemos de una manera muy simple, y usamos el término humano de “Madre”, pero es necesario mantener en la mente que estamos hablando a la Reina del Cielo, y la escuchamos con el respeto que le debemos. Su palabra viene del Espíritu Santo, Su Esposa y Medianera, no simplemente una intelectual brillante, pero Sabia, uno de los dones del Espíritu Santo.

“Mi palabra es una flor de Sabiduría, que os forma a través del Espíritu Santo, que se os da por el Padre y el Hijo, y que os conduce a una cada vez más íntegra y profunda comprensión del Evangelio.

En la oscuridad, que hoy ha descendido por doquier, mi palabra de Sabiduría es un rayo de purísima luz, que os indica el camino que hay que recorrer y la senda por la que debéis avanzar para permanecer en la Verdad.

Las tinieblas, como una niebla densa y fría, han penetrado en la Iglesia, oscureciéndola en el esplendor de su Verdad”.     (9 de Febrero de 1985)

Esto es tan esencial, cuando consideramos que la Palabra que Ella nos da es aquella de Su Hijo, no simplemente de Ella.

¡Rechazar a la Madre, es rechazar al Hijo!

Es verdad, que no estamos sujetos a creer al nivel de la fe teológica que debemos a la Sagrada Escritura y al Magisterio de la Iglesia, pero debemos acercarnos con las propias disposiciones y respeto, o nunca lo comprenderemos. Es por esto que debemos, antes que nada, preservar el sentido de la verdad  que somos, ante Ella, sus pequeños hijos:

“Para comprender su Verdad es necesario ser pequeños; para verla en su justa luz, es necesario ser pobres; para darla a los demás, en el esplendor de su autenticidad, hay que ser humildes. Por esto, con mi Palabra, os formo en la humildad, en la sencillez, en la pequeñez. Quiero conduciros a ser como niños, porqué sólo así os puedo hablar”.  

(9 de Febrero de 1985)

La Palabra de nuestra Madre es un faro encendido en el medio de la oscuridad. No es que sean introducidas cosas nuevas dentro de la vida de sus hijos – sin embargo, Sus Palabras son una restauración para la Fe Católica. Pero, vivimos en tiempos en que aún la más profunda verdad de la Fe son algunas veces discutidas y el derecho al Santo Padre y la Jerarquía de gobernar y enseñar la Iglesia es discutida e ignorada, y hay un sentimiento de parte de sus fieles de la necesidad de una dirección segura.  Nuestra Madre nos ofrece Su Mano como una guía segura.

Y así la palabra de Nuestra Madre nos lleva a la Verdad, a Su Hijo, a la Iglesia.

Su Palabra nos lleva también a una innovación de vida.  Ella nos describe que es “una gota de rocío que desciende en un inmenso desierto”. Las tinieblas de la atmósfera espiritual del tiempo presente pueden crear una depresión de parálisis: el desierto necesita de ser regado:

“Mi Palabra es una gota de rocío, que hago descender sobre la tierra, convertida en un inmenso desierto; sobre la vida humana, tan agostada por el pecado y el sufrimiento.

¡Cuántos hijos míos son como árboles secos y sin vida: en la Iglesia, cuántos, aún entre mis predilectos, se han dejado prender por la aridez y el desaliento! Ellos continúan ejerciendo su ministerio, pero sin entusiasmo y sin alegría porque las dificultades los detienen y el peso enorme de la purificación, que estáis viviendo, los aplasta.

Tenéis necesidad de que mi palabra haga descender sobre vuestro árido corazón una lluvia de ternura materna, de frescor, de filial abandono, de esperanza en los hermosos días que os esperan, en la nueva era, que está ya por florecer sobre el desierto de los últimos tiempos”. (9 de Febrero de 1985).

Nuestra Madre está describiéndonos  el efecto que hacen sus palabras en las almas, de ánimo y amor en los corazones de Sus fieles hijos. Ellas no despiertan sólo la mente, como sería el caso que fueran simplemente informativas, pero traen nuevo vigor dentro del corazón, un nuevo sentido de alegría y entusiasmo en el servicio a Dios, porque la gracia las acompaña. Esto trae a la mente lo que el Señor dijo de su Propia Palabra:

Las Palabras que os he dicho son espíritu y son vida. (Jn,6,63). El Mismo Espíritu Santo está en la Palabra dada a nosotros a través de la Madre.

Conclusión

Por años, nuestra Madre  ha estado sembrando semillas. En el silencio, en el ocultamiento, en la Nazaret espiritual en que Ella formó su Movimiento, Ella ha estado construyendo una nueva y maravillosa Primavera para la Iglesia. En el tiempo presente, es imposible alcanzar la envergadura de Su trabajo, porque mucho todavía permanece oculto, especialmente en esos países donde el ataque satánico ha sido más fuerte, nombrando Europa, Australia, Norte América. En consecuencia, se puede tener la tentación de saber cual ha sido el efecto de la presencia del M. S. M.

¿Cuál ha sido el fruto del Cenáculo? Los problemas continúan, incluyendo profundas divisiones en la Iglesia, rechazos del Magisterio, abuso de la vida sacramental, divulgación atacada al pecado.

Pero, una cuidada mirada de la escena nos dice que los frutos están emergiendo, los brotes que nuestra Madre está poniendo sobre las ramas de la Iglesia. Mi reciente viaje a Australia, donde había grandes dificultades, parece confirmar esto. En el sureste, bajo el mando del Cardenal, y el Arzobispo de Melbourne, que fue responsable de nuestro Movimiento, algunas reformas han sido hechas, donde el principal punto de énfasis está en los jóvenes y los Seminarios. Un nuevo y excelente esquema de catequesis ha sido introducido, y me dijeron que hay señales de nuevos caracteres de seminaristas que están emergiendo, que no quieren nada de las maneras abusivas de recientes años, pero de estar formados en el auténtico espíritu de la Iglesia. Yo tuve la alegría de celebrar un cenáculo con siete sacerdotes jóvenes, todos vestidos formalmente como sacerdotes y serios en su sacerdocio. ¿Una pequeña señal? Sí, pero unos de los brotes de nuestra Madre. ¿Podemos ver la mano del M.S.M. y los cenáculos en ésta presunción? Si, yo creo que podemos.

Nuestra Madre ha plantado en el mundo un vasto cuerpo de oración y sacrificio para venir en ayuda del sacerdocio y la Iglesia sufriente, con Ella Misma, como Medianera de Gracia en los corazones de ellos, que sería sólo el derecho de ver respuesta a éstas oraciones en éstos signos de la renovación de la Iglesia de un cumplimiento de Sus Promesas. Yo estoy convencido que la columna de la Iglesia de Inglaterra consiste en aquellos que se han consagrado completamente a nuestra Madre y que tratan de vivir de acuerdo a Su guía. Los resultados son que hemos visto lo que Ella nos ha prometido: son fieles a las enseñanzas de la Iglesia, tienen un sentido de la moral Católica y de la vida sacramental y son fieles en la oración, especialmente el Rosario.

La continua presencia y actividad de nuestra Madre es un signo de esperanza..

Si los sacerdotes estuvieran tan entusiasmados como los fieles, porque no es cuestión de número, pero de profunda fluidez de la presencia de Maria. Aunque si son pequeños éstos signos deben darnos esperanza. Yo menciono éstas cosas porque debemos tener confianza plena en Su Trabajo.

Nosotros estamos quizás en la fase más difícil del Movimiento: que tenemos que esperar tranquilamente la Victoria de nuestra Madre, sin grandes signos, viviendo en la fe en el Corazón Inmaculado de Maria, en expectación de la venida de Jesús.

Lo que se nos pide a nosotros es similar a lo que fue pedido a los Magos. Ellos vieron la Estrella naciente del Este proclamando la venida del Señor y un camino que tendría que andarse ( para nosotros, el camino son los mensajes de nuestra Madre). Ellos viajaron, aparentemente sin la luz de la estrella delante de ellos, sólo en la fe ( a pesar de que las figuras en las tarjetas de Navidad parecen sugerir), hasta que llegaron a Jerusalén, su destino. Luego la estrella que habían visto en el Este reapareció y los guió a la casa. Nosotros también viajamos en la oscuridad, pero seguros de la presencia de nuestra Madre, sin verla ni oírla, pero el día vendrá cuando:

“Causará estupor a los mismos Ángeles de Dios; alegría a los Santos del Cielo; consuelo y gran aliento a todos los buenos de la tierra; misericordia y salvación para un gran número de mis hijos extraviados; condenación severa y definitiva para Satanás y sus muchos secuaces.

En el mismo en que Satanás se haya sentado como dueño del mundo y se crea ya vencedor seguro, Yo misma le arrancaré de las manos la presa.

Se encontrará como por encanto con las manos vacías y al final la victoria será sólo de Mi Hijo y Mía: éste será el triunfo de mí Corazón Inmaculado en el mundo”. (19 de Diciembre de 1973)

Para aquellos que hagan este camino con paciencia y con fe, volverán a casa con Jesús. Mientras tanto, nuestra fe debe ser de soporte para otros en su camino, y es asimismo el regalo de nuestra Madre, Mediadora de Gracia, a través del cenáculo de Su Corazón.

Mientras, en el Espíritu , en el corazón de la Iglesia, nuestra Madre, rezamos con las palabras del Apocalipsis:

El Espíritu y la Novia dicen:  “¡Ven!” Y el que oiga, diga  “¡Ven!” Y el que tenga sed, que se acerque…

Dice el que da testimonio de todo esto: “Si vengo pronto”. 

¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!

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