El Movimiento Sacerdotal Mariano
Necesidad de reparación y los primeros sábados
El 10 de Diciembre de 1925, la Santísima Virgen se apareció a Sor Lucia.
Ahora cito a Sor Lucia:
“Al lado de la Madre Bendita …elevada sobre una nube luminosa había un niño. La Santísima Virgen apoyaba su mano sobre su hombro, y cuando hizo esto, mostraba su Corazón circundado de espinas, que sostenía con su otra mano. Al mismo tiempo, el niño decía:
“Tened compasión del Corazón de la Santísima Madre, cubierto de espinas, que los hombres desagradecidos lo pinchan todo el tiempo, y no hay ninguno que haga reparación para sacárselas”. Luego la Santísima Virgen dijo:
“Mira, hija mía, a mi Corazón, rodeado de espinas que los hombres me pinchan en todo momento con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, trata de consolarme y di que Yo prometo de asistir en la hora de la muerte, con las gracias necesarias para su salvación, aquellos que, en los primeros sábados de mes consecutivos, confiesen, reciban la Sagrada Comunión, reciten los cinco misterios del Rosario, y me hagan compañía por quince minutos meditando los quince misterios del rosario, con la intención de hacer reparación a Mí Corazón”.
En el M.S.M. tenemos el mismo mensaje muchas veces: Deseo citar uno de ellos dado el 2 de Abril de 1988:
“Vine del Cielo a pediros que me ofrecierais durante cinco meses consecutivos el primer sábado de mes. Se lo pedí a Mi Hija Sor Lucia, cuando se encontraba en el convento de Pontevedra el 10 de Diciembre de 1925.
Pedí que este día transcurriera en espíritu de reparación por las ofensas que se cometen contra vuestra Madre Celeste. Por eso, os invito a ofrecérmelo con el rezo del Santo Rosario, con la meditación de sus misterios, con la confesión sacramental y la comunión reparadora y con la renovación de vuestro acto de consagración a mí Corazón Inmaculado. De este modo podéis reparar las ofensas que me infligen y que tanto hacen sufrir a mí Corazón.
Si hacéis cuanto os pido, la devoción hacia Mí se difundirá cada vez más y entonces podré ejercitar el gran poder que la Santísima Trinidad me ha otorgado”.
En todas las apariciones (La Salette, Lourdes, Fátima) la Madre Bendita repite la petición de hacer reparación por los pecados cometidos en contra de Dios.
Ya hemos citado como los niños aceptaros las peticiones de Maria. Ellos son los verdaderos mártires con los sacrificios y oraciones que ofrecieron día y noche a Dios.
Para consolarle a Él y por la conversión de los pecadores. Me gustaría citar otra página de su diario: “Francisco era un niño de pocas palabras. Cuando ora y ofrece sacrificios prefiere ir aparte y esconderse.
Aún con Jacinta y yo misma algunas veces lo sorprendíamos detrás de una pared o de un arbusto de arándanos, él tenía una manera muy ingeniosa para ir a orar o pensar, como él decía, “Nuestro Señor, está muy triste por la cuenta de nuestros tantísimos pecados”. Si yo le preguntaba, “¿Francisco, porque no me dices de rezar contigo y con Jacinta?. “Prefiero rezar solo”. Él contestaba, ¡porque puedo pensar y consolar a Nuestro Señor que está tan triste! Yo le pregunté un día: ¿Francisco, que es lo que te gusta más, de consolar a nuestro Señor o convertir a los pecadores, así ninguno más irá al infierno? Me gusta más consolar a nuestro Señor. ¿No notaste a nuestra Señora que estaba tan triste el mes pasado? Cuando Ella dijo que la gente no debe ofender más a nuestro Señor, porque está ya demasiado ofendido. A mí me gustaría consolar primero a Nuestro Señor y después convertir a los pecadores para que no ofendan más a nuestro Señor.
En el M.S.M. nuestra Madre dice:
“Mis hijos, sean los perfectos consoladores de Mí Hijo Jesús. Nunca como hasta el tiempo presente su Divino lamento ha estado repitiendo muy a menudo, “He buscado consoladores y no he encontrado ninguno”. Por eso, Yo quiero de todos vosotros la consagración a Mí Corazón para hacer de vosotros los perfectos consoladores del Corazón de Mí Hijo Jesús.
Deben ellos,(mis sacerdotes estar solos y siempre preocupados de la salvación de muchos de mis niños quienes, más y más cada día, se pierden y caen en las manos de Satanás. ¿Ellos no sienten mi gran pena de Madre que está creciendo cada vez más?
Deben ellos vivir solo conmigo, para consolar el Corazón de Mi Hijo Jesús.
Jesús en estos momentos debe estar consolado. Deben ser los sacerdotes quienes sean los consoladores de Su Sagrado Corazón.
El papel de la Adoración Eucarística y la Santa Misa en los Mensajes
Los mensajes, “A los sacerdotes, mis hijos predilectos” juegan un papel muy decisivo en mi vida sacerdotal, y por supuesto, en mi consagración al Corazón Inmaculado de Maria. Estos mensajes, me ayudaron a descubrir la necesidad de dar todo el tiempo que me era posible, a la Adoración Eucarística, descubrí que era lo más esencial en mi vida de oración, y consecuentemente en mi vida sacerdotal.
Actualmente, las palabras de nuestra Madre Bendita son verdaderamente un instrumento al comenzar la Adoración Perpetua en la Parroquia de St. Pascal en Toronto; y un día a la semana de Adoración en otras pequeñas Parroquias. Después de los cenáculos que yo he conducido en todo Estados Unidos y Canadá, muchas Parroquias comenzaron la Adoración Perpetua. Muchas personas me llamaban de diferentes cenáculos para hacérmelo saber, con una expresión de gran triunfo.
Ya en 1973 Nuestra Señora nos dice:
“Ellos deben dejarse guiar por mí, como niños pequeños, ellos deben comenzar otra vez a orar más a Jesús, también Adorarlo a Él más en el Misterio de la Santa Eucaristía, así Él será el sol que ilumine vuestra vida entera”.(1/9/73).
Sólo después, y sólo poco a poco, comencé a comprender los mensajes que estaban enseñándonos a ser uno con el Sacrificio de Jesús en la Santa Misa, que celebramos cada día. El (28/11/79) Nuestra Madre nos dice:
“Vuestra preciosa vida de oración sea: La Liturgia de las Horas, la meditación, el Santo Rosario, pero sobre todo, la Celebración de la Santa Misa vivida.
Que renueva verdaderamente el Sacrificio de la Cruz. ¡Oh, que peso tiene la Santa Misa para compensar y destruir el mal que cada día se comete, debido a tantos pecados y a un rechazo tan grande de Dios!”.
El Santo Padre Pío decía, que el día que elimináramos la Santa Misa, el mundo sería destruido en un instante.
De todos modos, nosotros aprendemos de la Madre Bendita lo necesario de ser uno con la Víctima Eucarística. Especialmente en los Mensajes dados el 2 de Febrero, Ella habla frecuentemente de ello:
“En el templo espiritual de mí Corazón Inmaculado, Yo tengo preparado ya para ti el altar, por el cuál tú también serás inmolado para la salvación del mundo”(2/2/96).
En los últimos diez años la Iglesia nos ha dado una gran enseñanza del misterio de la Eucaristía. La encíclica de Juan Pablo II “Mane Nobiscum Dómine”, y los documentos, antes y después del Sínodo sobre la Eucaristía.
El Mensaje de Fátima es un mensaje Eucarístico
El Mensaje de Fátima es, antes que nada, un mensaje Eucarístico. Desde luego, era a través de la Eucaristía que el Ángel preparó los niños para la Aparición de Nuestra Señora. Es así como Sor Lucia describe la tercera aparición del Ángel.
Mientras estábamos allí, el Ángel se apareció a nosotros por la tercera vez, llevando un cáliz en sus manos, con una hostia, arriba de la cual algunas gotas de sangre estaban cayendo dentro del vaso sagrado, dejando el cáliz y la hostia suspendidos en el aire, el Ángel postrándose hasta el suelo y repitiendo ésta oración tres veces: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él Mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de Maria, te pido la conversión de los pecadores y la paz para el mundo entero”.
Luego levantándose, una vez más, tomó el cáliz y la hostia en sus manos. Él me dio la hostia a mí y a Jacinta y Francisco le dio el contenido del cáliz para beber, diciendo al mismo tiempo como Jesús lo hizo: “Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres desagradecidos.
Reparad este crimen y consolar a nuestro Dios. Una vez más, él se postró en el suelo y repetía con nosotros por tres veces más, la misma oración, Santísima Trinidad… y luego desapareció.
En esta Aparición, con las palabras, los gestos del Ángel y sobre todo, con la oración que él enseñó a los niños, encontramos un sumario de toda la espiritualidad de la Adoración Eucarística y de cómo celebrar y asistir al sacrificio de la Santa Misa. Esto es exactamente lo que la Madre Bendita nos ha enseñado en sus Mensajes.
Yo cito uno: “Estos tiempos estaban predichos por Mí en Fátima a través de la voz del Ángel que se Apareció a los niños y les enseñó esta oración: “Santísima Trinidad”…
Éstas oraciones estaban enseñadas para estos tiempos vuestros.
Jesús está cercado de tanto vacío, que había traído especialmente para vosotros sacerdotes, que en vuestra actividad apostólica, hay tantas cosas inútiles, y mucho en la periferia; van detrás de cosas menos importantes y secundarias, y olvidan que el centro de vuestro día sacerdotal debe estar allí, enfrente del sagrario, donde Jesús está Presente y se mantiene allí especialmente para vosotros.
La Hermana Lucia dice esto del pequeño Francisco:
“Algunas veces en nuestro camino al colegio, cuando llegábamos a Fátima, él me decía, ¡escucha! Tú vas al colegio, y yo estaré aquí en la Iglesia, junto a Jesús en el Sagrario.
No vale la pena que yo aprenda a leer, porqué iré al cielo pronto. Cuando tú vuelcas a casa vienes aquí y me llamas”. Francisco fue entre la fuente bautismal y el altar y allí estaba cuando lo encontré al volver.
Después cuando él se enfermó, me decía frecuentemente, cuando iba a verlo en mi camino a la escuela; ¡Mira! Ve a la Iglesia y dale mi amor a Jesús escondido.
Lo que más me hería es que no podía ir yo misma y estar con Jesús escondido un rato.
Después de su primera comunión él le diría a Lucia; “Hoy yo soy más feliz que tú, porque tengo a Jesús escondido, en mi corazón”.
También la primera Aparición de la Virgen el 13 de Mayo da un gran énfasis a la Eucaristía, para la Adoración del Sagrado Sacramento y la inmolación junto con la víctima Eucarística. A la pregunta de Nuestra Señora: “¿Queréis vosotros ofreceros a Dios y aceptar todos los sufrimientos que Él les envíe, como un acto de reparación por todos los pecados por los cuales Él es ofendido?”. Los niños respondieron, “Sí, queremos”. Nuestra Señora continuó: “Entonces tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestro aliciente, porque Él los confortará. A este punto los tres niños experimentaron la iluminación. En otras palabras, la Madre Bendita los envolvió en la luz, en la cual ellos se vieron así mismos como Dios los ve a ellos. (Diremos más de la iluminación más tarde en esta charla).
Sor Lucia nos dice que pasó en ese preciso momento.
“Entonces moviéndonos por un interior impulso que era también comunicado a nosotros, caímos de rodillas, repitiendo en nuestros corazones: ¡O! Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios Mío , yo te amo en el Santísimo Sacramento!.
Creo que esta Aparición es maravillosa y muy interesante. Los tres niños justo se habían ofrecido así mismos como víctimas a Dios, para reparar por los pecados y por la conversión de los pecadores. De esta manera cumplieron, como San Pablo dice, lo que falta a la Pasión del Señor y más allá, sabemos que Nuestro Señor perpetúa Su ofrecimiento al Padre en el sacrificio de la Misa.
Fátima, por eso, llama a cada uno de nosotros, a ser “Eucaristía vivida”.
Oración Eucarística y Trinitaria
Los tres niños, inmersos en el Mundo Divino, a través de la enseñanza del Ángel y después de la Virgen Bendita, descubrieron que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero encontrándose así mismos todavía en esta tierra, ellos podían ver, en esta Divina Iluminación, lo que nosotros no vemos cuando entramos en la Iglesia; con Jesús Eucaristía, ellos aprenden a sentir también la Presencia del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Las dos oraciones que tenemos ya citadas confirman todo esto: “Oh, Santísima Trinidad…Yo te ofrezco…” y “Oh, Santísima Trinidad…Yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
Los niños pidieron perdón a las Tres Personas de la Santísima Trinidad por los pecados cometidos en contra de la Eucaristía.
Tenemos una maravillosa confirmación de todo esto en el Mensaje del 8 de Agosto del 1986:
“Vosotros, hijos predilectos, sabéis bien que donde está el Hijo está también el Padre y el Espíritu Santo. Como en la Gloria del Paraíso, Jesús está sentado a la derecha del Padre, en íntima unión con el Espíritu Santo, así también llamado por vosotros, se hace Presente en la Eucaristía y se custodia en el Tabernáculo, acompañado por Mí Corazón de Madre, junto al Hijo están realmente presentes el Padre y el Espíritu Santo, morando siempre allí la Divina y Santísima Trinidad”.
En 1929 La Hermana Lucia tuvo una visión después de la cual ella dice: “Yo comprendí que me era mostrado el Misterio de la Santísima Trinidad”.
Yo cito de sus notas:
“De repente la entera capilla era iluminada por una luz sobrenatural y arriba del altar apreció una cruz de luz, alcanzando el techo. Con una luz más brillante en la parte de arriba de la cruz, podía ver el rostro de un hombre y su cuerpo hasta la cintura, arriba de su pecho había una paloma también de luz y clavado a la cruz estaba el cuerpo de otro hombre. Un poco debajo de la cintura , yo veo un cáliz y una gran hostia suspendidos en el aire, gotas de sangre caían de la cara de Jesús crucificado, y de la herida de su costado. Estas gotas corrían hacia abajo sobre la hostia y caían dentro del cáliz. Debajo del brazo derecho de la cruz estaba Nuestra Señora De Fátima, con su Inmaculado Corazón en su mano izquierda, sin espadas o rosas, pero con una corona de espinas y llamas. Debajo del brazo izquierdo de la cruz, letras grandes, como si agua cristalina corriera abajo sobre el altar, formando estas palabras: “Gracia y Misericordia”. Yo comprendí que era el Misterio de la Santísima Trinidad”.
Los que pertenecemos al M,S.M. somos muy afortunados como los niños de Fátima. La Madre Bendita nos habla de cómo Ella nos guía hacia la Santísima Trinidad:
“Mi palabra es, por lo tanto, como una gota de rocío, que hago descender de Mí Corazón Inmaculado sobre vuestro corazón, para que pueda abrirse al calor de la nueva vida que cultivo dentro de vosotros, para ofreceros, como flores perfumadas, y finalmente abiertas, al perfecto homenaje de la Santísima Trinidad”. (9/2/85).
La Iluminación
Sor Lucia dice que después que los tres niños aceptaron la propuesta de ofrecer todos los sufrimientos que Dios les fuera a mandar, la Madre Bendita les dijo a ellos:
“Entonces, vais a sufrir mucho, pero la Gracia de Dios será vuestro consuelo”.
La Iluminación por lo tanto, era parte del consuelo que les había prometido. Sor Lucia continúa : Cuando Ella pronunció estas últimas palabras, Nuestra Señora abrió sus manos por primera vez, envolviéndonos con una luz intensísima que fluía de sus manos, sus rayos penetraron nuestras almas, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, más claro que si nos viéramos en el mejor de los espejos. Luego moviéndonos por un interior impulso, que también nos era comunicado, caímos de rodillas, repitiendo en nuestros corazones: “Oh, Santísima Trinidad, yo te adoro, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
También en la segunda Aparición, la Iluminación ha tenido como la primera de consolar a los niños cuando ellos estaban inmersos en Dios, y experimentar la Grandeza y las Bondades del Altísimo. Por eso, la Madre Bendita anunciando la muerte prematura de Francisco y Jacinta, le había prometido a Lucia: “No estés preocupada, Yo nunca te abandonaré”.
Esto es porque Lucia ha narrado todo esto. La visión concierne a ambos: aquellos que pronto irán al Cielo y la otra que estará más largo tiempo en la tierra.
“Cuando Nuestra Señora dijo estas últimas palabras, Ella abrió sus manos y por la segunda vez, nos envolvió con los rayos de esa misma luz intensa. Nos vimos a nosotros mismos en esta luz, como estábamos inmersos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en aquella parte de la luz, que se elevaba hacia el Cielo, y yo , en aquella parte que estaba derramada sobre la tierra”.
En otras palabras, nuestra Señora es, con el Buen Pastor, una Madre que nos acompaña, aquí en la tierra y en nuestro último viaje a la Eternidad.
Ella es la mujer vestida de sol; en otras palabras, vestida de Dios, y Ella nos ilumina con la misma luz inmensa.
Con la Iluminación, por lo tanto, los tres niños sintieron una anticipación de la futura felicidad, y así podían cumplir su propia misión particular.
Nuestra Señora de Fátima, da esta misma iluminación a aquellos que pertenecen al M.S.M.
“De Mí Corazón fluye la fuente de Mí luz, con la que quiero rodear e iluminar este mundo invadido de tinieblas”.(15/8/80).
Y en el último Mensaje público del (31/12/97), Nuestra Madre nos dice:
“Para dar a la Iglesia, sufriente y crucificada de vuestro tiempo, mi ayuda Materna y un seguro refugio, he hecho surgir el M.S.M. y lo he difundido por todas partes del mundo, por medio de este libro, que os traza la senda que debéis recorrer para difundir Mí luz”.
Conclusión
Antes de cometer su pecado, Adán y Eva estaban continuamente iluminados por la presencia de Dios, que los ayudaba a hacer todo perfectamente, pero después del pecado, la Biblia nos dice que ellos se escondieron al escuchar las pisadas de Dios. En otras palabras, ellos no quisieron más su compañía, prefirieron ser independientes, no quisieron ser amados y guiados por Dios.
El nacimiento de Maria fue como volver al jardín del Edén antes del pecado, donde Dios puede gozar finalmente de su primera hija amada.
Leemos en nuestro libro:
“Sobre mí cuna se inclina el Padre con inmenso amor de predilección en la contemplación de la obra maestra de su creación; El Verbo, que espera depositarse en mi seno virginal y materno, El Espíritu Santo que ya se comunica a mi alma con plenitud de amor”. (8/9/86).
Dios está todavía impaciente, esperando que toda la humanidad vuelva, a ser una vez más su hija amada. Puede ser que algún día Él lo hará, quién sabe en que drástico camino, con una iluminación diferente.
Nosotros debemos leer nuestro libro:
“Descenderá nuevo fuego del Cielo que purificará a toda la humanidad que se ha vuelto pagana.
Será como un juicio en pequeño y cada uno se verá a sí mismo en la luz de la verdad misma de Dios. Así los pecadores volverán a la gracia y a la santidad; los enfermos a la completa curación; los descarriados a la senda del bien; los alejados a la casa del Padre; los soberbios, los impuros, los colaboradores malvados de Satanás, serán para siempre vencidos y condenados.(22/5/94).
Es interesante saber que aún después, Dios será un Padre Misericordioso hacia los pecadores, quienes deseen convertirse.
Sin embargo, los que estamos consagrados al Corazón Inmaculado de Maria y sigan sus mensajes, no necesitan esperar de aquella profecía para ver todo cumplido. Desde luego, nuestra Madre nos dice:
“Por eso entráis en los tiempos en los cuales la acción Divina del Espíritu Santo tiene la misión de llevaros a la realización del Designio del Padre Celestial, en la glorificación perfecta y universal de su Hijo Jesucristo”(3/6/90).
Con nuestra consagración entramos dentro de ese plan. Nosotros también, como los niños de Fátima, comenzamos a gozar de la Presencia de Dios. Nos sentimos amados y protegidos por Él, porque ahora tenemos la experiencia de Él como un Padre Amoroso, que quiere iluminarnos con su Presencia Celestial, como los tres niños de Fátima.
Todo esto se hace realidad en nuestros cenáculos, y más que todo cuando nuestra Madre Bendita nos guía a su Hijo Jesús, Presente en la Eucaristía:
“La Eucaristía liberará toda su Divina Potencia y será el nuevo Sol, que reflejará sus rayos luminosos en los corazones y en las almas y después en la vida de cada uno, en las familias y en los pueblos, formando de todos un único redil, dócil y manso, del que Jesús será el Único Pastor”.(21/11/93).