La Santidad del Sacerdote Consagrado al Inmaculado Corazón de María
“Ésta es la voluntad de Dios, que seamos Santos”. “Todos los fieles Cristianos están llamados a la Santidad. Ésta es la plenitud de la vida Cristiana y la perfección de la Caridad, y está traída por la íntima unión con Cristo y en Él, con la Santísima Trinidad. El camino a la Santidad para un Cristiano es el camino de la Cruz y tendrá su cumplimiento en la resurrección final de los justos, en el cual Dios será todo en todo”. (Catecismo de la Iglesia Católica Nº 428 p. 115) “Hablando de la Iglesia, el Catecismo dice: “La Santidad es la vocación de cada uno de sus miembros y el objetivo de todas sus actividades. La Santidad de la Iglesia es la fuente de santificación para sus hijos que aquí en la tierra se reconocen a si mismos como pecadores siempre en necesidad de conversión y purificación”. (Catecismo de la Iglesia Católica Nº 165, p.52) Ser Cristiano significa ser santo. La vida de cada cristiano se ve cumplida sólo en la Santidad. La vida de un sacerdote consagrado a Maria se ve cumplida sólo cuando se esfuerza en seguir el camino de la Santidad. La primera condición para ser santo es ¡nunca vivir en el estado de pecado! El pecado roba la santidad de un alma. Santidad consiste en poseer a Dios como Maria, la Santísima, Ella posee a Dios porque está en el Corazón de la Santísima Trinidad. Ella es una criatura poseída por Dios en tal perfecto estado, que nadie podrá tener nunca ésta experiencia: “Porque soy toda bella y llena de gracia, el Verbo del Padre me escogió como su morada e, inclinándose sobre mí extrema pequeñez, con divino prodigio de amor, descendió a mí seno virginal, asumió su naturaleza humana y se hizo mí Hijo amadísimo. Así me he convertido en verdadera Madre de Jesús y verdadera Madre vuestra. Y porque soy verdadera Madre vuestra, Jesús me ha confiado la misión de engendraros continuamente en Él, conduciéndoos por el camino del amor, de la gracia divina, de la oración, de la penitencia, de vuestra interior conversión”. (8 de Diciembre de 1981) Pero Maria es la verdadera Madre de Dios, de una manera muy particular, de aquellos que están consagrados a Ella, los quiere guiar al camino de la Santidad: “Así quiero a todos los Sacerdotes del Movimiento Sacerdotal Mariano. Deben ser: Sacerdotes míos. Te lo repito míos. Desde que se han Consagrado a mí Corazón Inmaculado no pueden ya pertenecerse a sí mismos: su vida, su alma, su inteligencia, su corazón, sus bienes, hasta el mal que hayan hecho y los defectos que tengan: todo es mío, todo me pertenece. Mi Corazón Inmaculado es un horno de fuego purísimo: todo lo quema, todo lo consume, todo lo transforma. Mi alegría es la de conducir –como Madre – a mis Sacerdotes a grandes metas de Santidad: los quiero fervorosos, los quiero enamorados de mí Hijo Jesús, los quiero siempre fieles al Evangelio”. (24 de Agosto de 1973). Maria es quien nos guía hacia el triunfo de la Santidad. ¿De que manera? Ser su Sacerdote, que significa pertenecer totalmente a Ella, vivir con Ella y dejarnos ser guiados por Ella y totalmente poseídos por Ella, en orden de ser poseídos por Dios; que significa “nunca vivir en estado de pecado”. Maria es la Santísima poseída por Dios, porque Ella está en el Corazón de la Santísima Trinidad. “Porque sin sombra de pecado, ni siquiera del original, del que fui preservada por singular privilegio, he podido reflejar íntegro el designio que el Padre tuvo en la creación del universo. Jesús me ha confiado la misión de engendraros continuamente en Él, conduciéndoos por el camino del amor, de la gracia divina, de la oración, de la penitencia, de vuestra interior conversión”. (8 de Diciembre de 1981) Ella es una criatura poseída de Dios, en tal perfecta manera, que nadie más puede tener ésta experiencia. Y más, Ella está en el Corazón de Dios, más, Ella está poseída por Dios y es más Santa: Maria no refleja nunca ni la más sombra de pecado. Maria es pura, toda Inmaculada, llena de Gracia y Santidad. Hoy, sin embargo, en un mundo que se ha rebelado en contra de Dios, Satanás ha establecido sus reglas, esparciendo y justificando el pecado; el hombre puede hacer lo que quiere, por las leyes de muchos gobiernos; hoy se legitima el matar la vida en el seno de la madre, como bien se está aceptando la eutanasia. Es el poder del demonio que quiere establecer su cultura de muerte, de violencia, de odio, de destrucción. El pecado ahora es considerado como progreso y modernismo. En éste mundo secularizado está también la negación del infierno por muchos teólogos que justifican todo diciendo que Dios es Misericordioso. Por eso, es imposible hablar del infierno como una condición eterna del diablo. Todo esto está produciendo el efecto de que se ha perdido la conciencia de reconocer el pecado. Como resultado, mucha gente, especialmente los jóvenes, no tienen más ningún punto de referencia. Por esto, la gente ¡vive en pecado y muere en pecado!. En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Señora pidió urgentemente, “Orad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno porque no hay quien ore por ellos o hagan sacrificios por ellos”. Después, Nuestra Señora les mostró a los tres videntes, una visión del infierno. Después de ver el infierno, Lucia declaró que ellos se hubieran muerto de miedo si no hubieran recibido una gracia especial de Dios. Un sacerdote que está consagrado a Maria lucha en contra del pecado de una manera muy particular, especialmente del pecado mortal. Por esto, él se esfuerza de no quedarse en un estado grave de pecado aún ni por un momento e inmediatamente hace un acto perfecto de arrepentimiento para volver al estado…
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