Padre Arteaga – Circular nº30

Padre Arteaga – Circular nº30

Movimiento Sacerdotal Mariano

¡Ave María!

Circular RR. Nº 30

Fiesta del Santo Cura de Ars:

San Juan Mª. Vianney: 4 agosto 1986

Queridos hermanos en el Sacerdocio y adheridos al M.S.M.:

En la Circular RR. Nº 29, en la que os notificaba la convocatoria para los Ejercicios Espirituales en S. Marino, D. Gobbi nos decía: “Deseo que el Responsable nacional esté presente, acompañándole, si es posible, dos o tres sacerdotes….”

Gracias a Dios, me han acompañado tres sacerdotes; dos de ellos han hecho la experiencia por vez primera. Y me han manifestado que la peculiar manera de celebrar los Ejercicios, a la manera de un Cenáculo continuado, en que se da mayor preponderancia a la oración que a la instrucción, les ha gustado y complacido muchísimo.

D. Gobbi continuaba diciendo: “Quisiera que al menos estuviesen presentes todas las naciones de Europa”.

Cuando leáis la presente circular, veréis cómo D. Gobbi manifestaba su satisfacción porque, gracias a Dios, no ha habido ninguna excusa.

No recuerdo el número exacto, pero se acercaba a los 300, los Sacerdotes participantes.

“Es un precioso don, que el Corazón Inmaculado de María nos hace para ayudarnos a crecer en nuestra vida de Consagración a Ella, y para ofrecerle la fuerza de nuestra oración, y el consuelo de nuestro mutuo amor.”

Estas palabras se han cumplido con creces, gracias a la bondad de nuestra Madre Celeste, que ha derramado sobre nosotros la luz y la gracia del Espíritu Santo, su Esposo amadísimo.

Los predicadores, en efecto, han estado inspiradísimos. He grabado todas las pláticas, pero ante la imposibilidad de publicarlas por lo elevado de los costes de impresión, me limito a haceros partícipes de las dos pláticas de nuestro querido y admirado D. Gobbi.

El juicio sobre lo mucho e interesante que nos dice en ellas, lo dejo a vuestra consideración. De esta manera el precioso don que el Corazón Inmaculado de María nos ha hecho a los que tuvimos la gracia de estar presentes, se extenderá a todos los que viven el espíritu del M.S.M. Y como son extensas y densas de contenido, dejo la palabra a D. Gobbi, y os pido como siempre disculpéis mis errores, y premiéis mi buena voluntad con vuestra oración y afecto. ¡Muchas gracias!

Nota: Los textos aducidos por D. Gobbi se citan sobre la versión española: “Informe sobre la Fe”, de la B.A.C., 2ª edición, Madrid, 1985.

La “Dominum et vivificantem” es la editada por Ediciones Paulinas.

PLATICA DE LA MAÑANA

D. Gobbi comienza la plática de la mañana diciendo:

“Cada palabra, cada meditación en esta semana de Ejercicios sea siempre para la mayor gloria, amor y alabanza de Jesús.

Hermanos Sacerdotes: Se os ha entregado el programa de los Ejercicios. Debo comenzar hoy con las dos primeras meditaciones, cuyo título es: El significado de estos Ejercicios.

¿Por qué un año más estamos reunidos aquí? Podríamos aducir múltiples razones.

La primera, de orden práctico, sería ésta: Este año no puedo, como en los años anteriores, hacer los Ejercicios en las naciones de Europa, debido a los compromisos que tengo en el extranjero. El año pasado visité Asia y Australia. Pero mi salud se quebrantó bastante, y me han aconsejado que reduzca un poco el ritmo del trabajo, porque en el próximo otoño debo partir para América.

Entonces pensé que nos reuniéramos de nuevo aquí, en S. Marino, todas las naciones de Europa. No ha habido, gracias a Dios, ninguna disculpa. (Va nombrando a todos los países presentes-)

Es un modo de volvernos a encontrar en una experiencia de oración y fraternidad, para que llegue a todos esta realidad, a través de todos los que habéis venido aquí de toda Europa. Es una realidad espiritual – Es un cenáculo que se desarrolla en fraternidad y en oración con María, en el que se experimenta fuertemente su presencia materna.

Y es, también, un don que el Espíritu Santo nos hace, y por medio de nosotros a los hermanos esparcidos en toda Europa. y a toda la Iglesia. Esta podría ser, hermanos, la primera razón.

La segunda motivación sería: ¿ Por qué la Virgen pide los Cenáculos? ¿ Por qué los Cenáculos de manera espontánea se han difundido por todo el mundo? Y ¿por qué esta forma de hacer los Ejercicios Espirituales se va introduciendo por doquier?

Me escriben los Responsables de las diversas naciones que los han experimentado: los han hecho así en Inglaterra, Alemania, Bélgica y…. en otros muchos países, tan alejados como Tejas, en los Estados Unidos.

Se difunden porque la Virgen los quiere. Es la segunda razón por qué estamos aquí, por qué la Virgen nos reúne en un Cenáculo en que se vive la experiencia de una continuada e intensa oración.

Os daréis cuenta, en seguida, de que el ritmo de la jornada es intenso, y agobiante por el calor. Ayer tarde pedí a la Santísima Virgen que nos mandara un poco de fresco y de agua. (Risas.) Y me parece que ayer noche nos mandó ambas cosas, con tanta abundancia que hasta nos impedían dormir. (Risas. En efecto, por la noche se desencadenó sobre S. Marino una temerosa tormenta: relámpagos, rayos, truenos, lluvia torrencial y viento huracanado. Causó daños y hasta algún muerto, según informó la prensa local.)

Y bien, estamos aquí para una experiencia de oración hecha en común, y de fraternidad. Todos nosotros, Sacerdotes, nos debemos querer mucho. ¿Es así? De acuerdo.

La Virgen, por tanto, nos dice: Estoy presente aquí con vosotros, ruego con vosotros, os ayudo a conoceros, y como Madre de todos, os aliento. Y, después, existe también otra razón: Ayudaros a vivir vuestra consagración.

En el Cenáculo la Madre nos puede formar. Y no por las novedades que podáis escuchar, sino por la realidad de su presencia, que se hará sentir de manera nueva y más profunda. Serán las mismas cosas, pero, como en el Evangelio, el mensaje de María es extremadamente simple.

El mal está en que se escucha, pero no se practica, no se vive. Y, entonces, la Virgen como Madre solícita, nos lo debe recordar una y otra vez: Obrad así, obrad así, hijitos míos.

Hace ya doce años que nos lo viene repitiendo en este libro. (Muestra el Opúsculo.)

Me preguntan por qué se aparece todos los días desde hace cinco años, en Mediugorie. Tal vez sea por la misma razón: para que siquiera algunos la escuchen, y se pongan a practicar lo que les dice.

Mas, también, hay una tercera razón, que me parece muy importante que meditemos en estos Ejercicios, teniendo presente los tiempos que estamos viviendo.

Y es ésta: ¿Por qué, en definitiva, la Virgen nos invita hoy a mirar a su Corazón Inmaculado? ¿Por qué nos invita a entrar profundamente en el jardín de su Corazón? ¿A sentirnos seguros en este refugio?

Porque de igual modo que mirando a Aquél a quien traspasaron, se sintieron llenos de gozo y de consolación, hoy, en estos tiempos, la Virgen quiere que entrando en el misterio de su Corazón, nosotros, sacerdotes, podamos recibir el don de un espíritu de gozo y consolación. Porque nunca como en estos tiempos, nosotros, sacerdotes, tenemos necesidad de este espíritu de gozo y consolación, obtenido por la intercesión de María, como un don de su Corazón Inmaculado y Dolorido para cada uno de nosotros; para nosotros que siendo sacerdotes, somos, por lo mismo, los hijos de su materna predilección.

“Desde ahora sentiréis siempre la presencia consoladora de vuestra Madre Celeste. Esta se hará sentir cada vez más intensa, cuanto más grandes sean los sufrimientos que tengáis que soportar en el período más doloroso de la gran purificación. Soy la Madre de la Consolación. Sentid mi gran consolación, que os dará ánimos y cobijo, sobre todo, cuando viváis las sangrientas horas de la prueba, que desde hace tanto tiempo, os vengo anunciando.

Por esto, hoy os cubro a todos con mi manto, os resguardo en el refugio de mi Corazón Inmaculado, os aliento a tener confianza y filial abandono, y os bendigo” (1 enero 1982).

Hermanos sacerdotes: Pienso que éste es un don para los tiempos actuales. Pienso, también, que ésta es una buena razón para estos Ejercicios Espirituales.

Su significado se podría resumir en esta sencilla frase: Orar con María, entrar en su Corazón Inmaculado, para obtener de Ella el don de un espíritu de gozo y de consolación.

Porque nunca como en estos tiempos, y perdonadme lo que os decía ayer tarde en la introducción con un sentido de dolorosa constatación, nunca como ahora, me encuentro con sacerdotes desanimados, con sacerdotes agobiados por la soledad, con sacerdotes que se abandonan; y entonces tengo la impresión…, ¡es extraño!, se está en plena batalla, y los que son o deberían ser los capitanes, los estrategas de la misma, son vencidos por el desaliento.

Pero no podemos retroceder mientras la batalla continúa, porque si no, Madrecita, ¿para qué sirve tu trabajo?

Hermanos sacerdotes: ésta es la constatación que he hecho, celebrando cenáculos, aun aquí en Italia. Mientras que a nivel de los fieles encuentro una gran respuesta, alguna vez me he encontrado con una respuesta desconcertante por parte de los sacerdotes.

Y me dicen: ¡ Oh, los sacerdotes se han desanimado! Pero ¿por qué? Porque se han cansado de esperar. ¡ Vaya!, ¡ ésta sí que es gorda! Se ve que no son capaces de ser pacientes. La Virgen desde hace doce años sigue diciéndonos que la batalla continúa, que debemos llegar al triunfo de su Corazón Inmaculado…

Pero después de doce años las cosas siguen igual o peor.. ¿Vale, entonces, la pena luchar tanto?

Y estos sacerdotes se adormilan dulcemente bajo el sopor del desaliento.

Y viene natural decir ¿para qué ir a hacer cenáculos? Total, para lo que se hace… todo el día rezando rosarios y escuchando a D. Esteban, que repite siempre las mismas cosas.

El demonio nos insidia de este modo. Esta es la fórmula más sutil del desaliento con la que paraliza a tantas almas sacerdotales. Y un sacerdote desanimado es un sacerdote que… ¡ no sé…!, que da grima. Porque no causa desazón ni siquiera al diablo. Y nosotros debemos siempre fastidiar al diablo ¿ sabéis?

Y si esto es así comprendéis que la Virgen, nunca como en estos tiempos, tiene necesidad de consolarnos, de robustecernos, haciéndonos comprender esto: que Ella nos ha dado un mensaje para que entremos en la batalla que estamos combatiendo en estos años. El M.S.M. es para estos años. Cuando venga el triunfo de su Corazón Inmaculado, acabará, porque toda la Iglesia vivirá en el espíritu del M.S.M.

Si la Virgen ha querido fundar este Movimiento, como una ayuda para superar el momento de la purificación que vive la Iglesia, y esto lo digo muy bien en la nueva “Introducción” de la reciente edición del Opúsculo, comprenderéis que cuando se termine la purificación, se hace inútil esta ayuda. ¿Es verdad o no? Es lógico… es lógico!

Entonces escuchad algunas reflexiones las he manifestado ya en nuestros cenáculos regionales, aquí en Italia, pero en atención a los hermanos extranjeros, repito las ideas fundamentales. Os pido comprensión. Yo digo: El castigo lo estamos viviendo “hie et nune”, lo pasamos en estos años. Cuando venga lo que será el fin de la purificación, que muy bien pudiera ser también “un castigo” como pensáis, terminará esta era, y se abrirá la nueva del 2000…

Este Papa se convierte en un gran profeta, y hace profecías que son mucho más fuertes que las escritas en este libro.

Luego os leeré una que ha hecho en la última encíclica: “Domínum et vivificantem”.

Cuando llegue lo que decimos o entendemos como “el castigo”, será el fin del mismo.

Y os pongo un ejemplo. Perdonad, pues lo juzgo un poco fuerte, y puede herir la sensibilidad de alguno. Lo pongo como ejemplo solamente.

Un tal padece una dolencia que le hace sufrir en todo su cuerpo. Y en cierto punto dice: ¡ Esto no va!, estoy mal, no sé lo que me pasa, pero todos los médicos consultados no aciertan con la raíz del mal.

Finalmente encuentra uno: He encontrado el foco de la enfermedad. Ven a mi hospital. Yo mismo te operaré. He descubierto un gran tumor; algo que me preocupa. Y hace la operación.

Después de la operación hay dos posibilidades: o que se cure, o que lo lleven al cementerio.

En uno y otro caso termina la enfermedad, cede el mal. ¿Estáis de acuerdo conmigo?

Lo doloroso es que sufre mientras está en él la enfermedad.

Y vivimos así estos años cabalmente porque sufrimos la enfermedad.

Tal vez la causa del desaliento de muchos sacerdotes, especialmente con cura de almas, deriva de esto: de ver un mundo inmerso cada vez más en la triste realidad, donde no cambia nada, que se convierte cada vez más en desierto. De ver una Iglesia en crisis, cada día más aguda, de la que las primeras víctimas son las almas a ellos confiadas, que están inmersas en el secularismo y en el materialismo. Para quienes los valores religiosos, aun los más piadosos, se los dejan al sacerdote. ¿ Es verdad o no?

Y, entonces, el sacerdote se descorazona.

Pero precisamente por esto la Virgen nos ofrece su Corazón Inmaculado; invita en estos tiempos a la Iglesia entera, no sólo a los sacerdotes, a entrar en el refugio de su Corazón Inmaculado; y en su Corazón Inmaculado quiere otorgarnos un don de gozo y de consolación para que no nos desalentemos.

Cuando termine la enfermedad, cuando cambie la humanidad, cuando se renueve la Iglesia, hermanos sacerdotes, no habrá ya necesidad de la medicina. He aquí el problema!

Y, entonces, hermanos, debemos comprender los tiempos que vivimos. Debemos comprender que hemos sido llamados por María a convertirnos en medicina para los males de nuestro tiempo. Debemos comprender que el momento del M.S.M. es éste. Y hay ciertos atisbos, esta tarde os hablaré sobre ellos en la fraternidad, que consuelan, aun por parte de la Iglesia. El primero que tuvo en sus manos este libro fue el Papa. Y nos ha hecho saber con cuánto afecto nos sigue, porque siente en su espíritu la presencia de este ejército formado por María.

Y bien, hermanos, he aquí por qué hacemos estos Ejercicios: Para ver cómo aplicar la receta de esta medicina; para ver si es buena para estos tiempos.

Sobre todo, para hacer un examen de conciencia y ver si esta medicina la tomamos nosotros los primeros. O bien hacemos como muchas mamás, que se la dan a sus hijitos, poniendo un poco de azúcar porque amarga.

Antes de darla a los demás, la debemos tomar nosotros. Una vez tomada y vivida podemos ofrecerla a los otros. En este trance la prueba debemos hacerla nosotros mismos, y verificar en nosotros su validez y eficacia, porque también nosotros padecemos la crisis.

Y bien, hermanos, los tiempos que vivimos son los predichos por la Virgen en Fátima: el ateísmo se difundiría por todo el mundo, y la Iglesia se alejaría de la verdadera fe.

Estos son los tiempos en que la Virgen, también ahora en Medjugorje, nos dice con honda preocupación, todos los días, que estamos viviendo.

Quisiera subrayar, y ya lo hice en otros lugares, que esta vez la diagnosis sobre los tiempos que vivimos no la he hecho yo; ha sido hecha por dos personalidades de la Iglesia: por el Secretario de la Congregación de la Fe, Cardenal Ratzinger, y por el mismo Papa.

El Cardenal Ratzinger habla de la crisis de Fe; y el Papa habla del estado actual de la humanidad, que se convierte en un desierto, especialmente a causa del materialismo y del ateísmo, que han despoblado la religión, y se convierten en el mayor mal, en la amenaza más seria y preocupante para nuestra actual humanidad.

Cuando la Virgen, en estos mensajes, hablaba de la crisis de Fe y de la infidelidad y apostasía que habían penetrado en su interior, algún bravo hombre de Iglesia, algún super-teólogo, llegaba hasta escandalizarse.

Ahora, estos errores, que amenazan de manera tan peligrosa la integridad de la verdadera Fe de la Iglesia y, por tanto, si la Iglesia pierde la fe, quiere decir que en su interior ha penetrado la infidelidad y la apostasía, porque ¿qué otra cosa es la apostasía sino el alejamiento de la verdadera Fe? Ahora tales errores, repito, son denunciados por el Cardenal Ratzinger.

Si tomáis en vuestras manos su libro: “Informe sobre la Fe”, y lo leéis con atención, veréis con qué términos denuncia los errores que atañen al concepto y a la existencia de un Dios personal; los errores sobre Jesucristo; los errores sobre la Iglesia, sobre la catequesis; los errores en el plano moral

Llegados a este punto deberíais decir: si era D. Esteban quien denunciaba todo eso, había llegado el momento de ponerlo en el “Indice”. Pero ved que es precisamente el propio Cardenal Ratzinger, Presidente de la Congregación de la Fe, quien lo denuncia.

Entonces, hermanos sacerdotes, abramos los ojos. Y así, el Cardenal, por lo que se refiere a Dios, dice (pág. 86): “Todo induce a pensar que cierta teología no cree ya en un Dios que pueda entrar en la profundidad de la materia; hay como un retorno de la indiferencia, cuando no del horror, de la gnosis hacia la materia. De aquí las dudas sobre los aspectos “materiales” de la revelación, como la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la virginidad de María, la resurrección concreta y real de Jesús, la resurrección de los cuerpos prometida a todos al final de la historia.

No es mera casualidad que el Símbolo apostólico comience confesando: “Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra.”

Esta fe primordial en un Dios creador (un Dios que sea verdaderamente Dios) constituye la clave de bóveda de todas las otras verdades cristianas. Si se vacila aquí, el edificio entero se derrumba.”

Sobre Jesucristo dice (pág. 85): “Temiendo, sin asomo de razón, naturalmente, que la atención que se preste al Padre creador pueda oscurecer al Hijo, cierta teología tiende hoy a resolverse en mera cristología. Pero se trata de una cristología a menudo sospechosa, en la que se subraya de modo unilateral la naturaleza humana de Jesús, oscureciendo, callando o expresando de manera insuficiente la naturaleza divina que convive en la misma persona de Cristo. Se diría que estamos ante un retorno vigoroso de la antigua herejía arriana”.

Donde se negaba la divinidad de Cristo, apostilla D. Gobbi. Veis que esto es muy serio. No lo digo yo.

Sobre la Iglesia explica (pág. 53): “Mi impresión es que se está perdiendo imperceptiblemente el sentido auténticamente católico de la realidad “Iglesia”, sin rechazarlo de una manera expresa. Muchos no creen ya que se trate de una realidad querida por el mismo Señor. Para algunos teólogos, la Iglesia no es más que una mera construcción humana, un instrumento creado por nosotros y que, en consecuencia nosotros mismos podemos reorganizar libremente a tenor de las exigencias del momento”.

Sobre la catequesis dice (pág. 80) : “Algunos catecismos y muchos catequistas ya no enseñan la fe católica en la armonía de su conjunto, gracias a la cual toda verdad presupone y explica las otras, sino que buscan hacer humanamente “interesantes” (según las orientaciones culturales del momento) algunos elementos del patrimonio cristiano.

Algunos pasajes bíblicos son puestos de relieve, porque se les considera “más cercanos a la sensibilidad contemporánea”; otros, por el motivo contrario, son dejados de lado. Consecuencia: no una catequesis comprendida como formación global en la fe, sino reflexiones y ensayos en torno a experiencias antropológicas parciales, subjetivas”.

Hermanos Sacerdotes, sobre la moral dice (pág. 93): “Muchos (moralistas) sostienen que el Decálogo, sobre el que la Iglesia ha construido su moral objetiva, no sería más que un “producto cultural” ligado al antiguo Oriente Medio semita. Por lo tanto, una simple regla relativa, dependiente de una antropología y de una historia que ya no son las nuestras”.

Y en la página 59 dice: …. la teología moral se ha convertido hoy en un campo de tensiones, sobre todo, porque sus afirmaciones afectan de modo muy directo a la persona. Las relaciones prernatrimoniales se justifican con frecuencia, al menos bajo ciertas condiciones. La masturbación se presenta como un fenómeno normal de la evolución del adolescente; una y otra vez se propone la admisión de los divorciados que se han vuelto a casar; el feminismo, incluso el más radical, parece adquirir derecho de ciudadanía, a veces en el ámbito de los conventos mismos (..). Ante el problema de la homosexualidad, se plantean claras tentativas de justificación: en los Estados Unidos se ha dado el caso de Obispos que, por ingenuidad o por un cierto sentimiento de culpabilidad de los católicos hacia una “minoría oprimida”, han cedido iglesias a los “gays” para la celebración de sus festivales.

Y tenemos también el caso de la “Humanae vitae”, la encíclica de Pablo VI que reafirmaba el “no” a la contraconcepción y que no ha sido comprendida; antes al contrario, ha sido más o menos abiertamente rechazada en amplios sectores eclesiales.”

Vosotros que venís de toda Europa podéis constatar si lo que dice el Cardenal es verdad o no. Luego, en el coloquio de “fraternidad”, los Responsables lo pueden confirmar en sus intervenciones.

Esta es la crisis de Fe de estos años. La Virgen nos lo viene diciendo desde hace diez años.

La Virgen dice: Mi Corazón Inmaculado es el remedio. Vosotros, Sacerdotes, entrad en este Corazón. Os haré dar testimonio de la verdadera fe.

¡ He aquí la medicina! No miro vuestros defectos ni vuestras limitaciones. Os dejo con ellos. No deseo que os convirtáis en santones para que no caigáis en la tentación de la propia complacencia: ¡ oh, qué estupendos somos! Os dejo un poco “asnos”, pero con la gran fe que tenéis, ora rezando, ora gritando, ora hablando os convirtáis en fieles ministros de la Fe. La Iglesia tiene hoy necesidad de esto. Y la Virgen en su Corazón Inmaculado os forma en esta fidelidad.

Permitidme ahora, puesto que para mí fue de extrema satisfacción cuando lo leí en la página 114 (Informe sobre la Fe), lo que dice el Cardenal Ratzinger. Es muy interesante: “Cuando todavía era un joven teólogo, antes de las sesiones del Concilio (y también durante las mismas), como ha sucedido y sucede hoy a muchos, abrigaba algunas reservas sobre ciertas fórmulas antiguas, como, por ejemplo, aquella famosa de “María numquam satis”, de “María nunca se dirá bastante”. Me parecía exagerada. También se me hacía difícil comprender el verdadero sentido de otra famosa expresión (repetida en la Iglesia desde los primeros siglos, cuando, después de una disputa memorable, el concilio de Efeso del 431 había proclamado a María Theotókos, Madre de Dios), es decir, la expresión que presenta a la Virgen como “enemiga de todas las herejías”.

Hoy, en este confuso período en el que todo tipo de desviación herética parece agolparse a las puertas de la auténtica fe católica, comprendo que no se trata de exageraciones de almas devotas, sino de una verdad hoy más en vigor que nunca.

Si, continúa,  es necesario volver a María si queremos volver a aquella “verdad sobre Jesucristo, verdad sobre la Iglesia y verdad sobre el hombre” que Juan Pablo II proponía a la cristiandad entera (Puebla, 1979).”

Hermanos Sacerdotes: estos son los tiempos que vivimos. En la Iglesia, donde ha penetrado la mayor crisis de fe, y a causa de ella, la infidelidad y la apostasía. Y no os debéis maravillar de esto porque la Iglesia es humana y divina.

En la parte divina es siempre santa: la presencia del Espíritu Santo, la presencia de Jesús… La parte humana está formada por hombres: del Papa hasta el último de los fieles. En la parte humana todos somos pecadores. ¿Estáis de acuerdo? Y, entonces, puesto que esta parte humana tiene la misión de llevar el Evangelio a todas las creaturas, está condicionada por el mundo en que vive, respira su aire, y muchas veces se inficiona de las mismas enfermedades.

Estudiad la Historia Eclesiástica, y veréis las enfermedades del medievo… Hoy vive en un mundo secularizado, y se seculariza internamente. Hoy se pretende entenderlo todo con la razón y esta tendencia en el campo dogmático se convierte en el “racionalismo”. Todo esfuerzo debe ser racional. Lo que no se comprende, se procura interpretarlo con fórmulas comprensibles.

Ciertamente, alguna de estas fórmulas son bellas, pero se alejan de la verdad revelada.

Por lo que en la Iglesia se difunden los errores abiertamente. A-bier-ta-men-te!

Hermanos Sacerdotes: hasta hace bien poco tiempo, si alguno osaba negar una verdad de fe, se llamaba inmediatamente a la cruzada, o al Santo Oficio, o al manicomio. Pero, hoy, este tal puede ser un rector o profesor del Seminario, de una Facultad, y hasta puede ser algún Obispo y “¡ tutti contenti !”.

Entonces, ved que la situación es seria, ¡seria! Y la Virgen quiere poner remedio a esta situación. Porque la Iglesia es de Cristo, no es nuestra. Aunque seamos sus sacerdotes, no es nuestra. No es tampoco de los Obispos, aunque tengan la misión de Pastores de la Iglesia. No es ni siquiera del Papa, aunque sea su fundamento. Del Papa al último de nosotros ejercitamos un ministerio. La Iglesia es ¡de Cristo! Es así. (Murmullos de aprobación.)

Y luego, la situación del mundo.

Esta mañana, por acaso, puse los ojos en la encíclica del Papa:

“Dominum et vivificantem”. (Después la citaré en la plática de la tarde. Ahora os leo algunos párrafos; sólo algunos.)

El Papa dice (pág. 84, nº 56): “Por desgracia, la resistencia al Espíritu Santo, que San Pablo subraya en la “dimensión interior” y subjetiva como tensión, lucha y rebelión que tiene lugar en el corazón humano, encuentra en las diversas épocas históricas, y especialmente en la época moderna, su “dimensión externa”, concentrándose como contenido de la cultura y de la civilización, “como sistema filosófico, como ideología, como programa” de acción y formación de los comportamientos humanos. Encuentra su máxima expresión en el “materialismo”, ya sea en su forma teórica, como sistema de pensamiento, ya sea en su forma práctica, como método de lectura y de valoración de los hechos, y además como programa de conducta correspondiente.

El sistema que ha dado el máximo desarrollo y ha llevado a sus extremas consecuencias prácticas esta forma de pensamiento, de ideología y de praxis es el materialismo dialéctico e histórico, reconocido hoy como núcleo vital del marxismo.

Por principio y de hecho, el materialismo excluye radicalmente la presencia y la acción de Dios, que es espíritu, en el mundo y, sobre todo, en el hombre por la razón fundamental de que no acepta su existencia, al ser un sistema esencial y programáticamente ateo. Es el fenómeno impresionante de nuestro tiempo al que el Concilio Vaticano II ha dedicado algunas páginas significativas: el ateísmo (…). De aquí se sigue que, según esta interpretación, la religión puede ser entendida solamente como una especie de “ilusión idealista” que ha de ser combatida con los modos y métodos más oportunos según los lugares y circunstancias históricas, para eliminarla de la sociedad y del corazón mismo del hombre”.

Y en el nº 57, pág. 86, el Papa señala las consecuencias, los signos y señales de muerte del mundo contemporáneo, que rechaza frontalmente a Dios.

Dice: “Es necesario añadir que en el horizonte de la civilización contemporánea, especialmente la más avanzada en sentido técnico-científico, “los signos y señales de muerte” han llegado a ser particularmente presentes y frecuentes. Baste pensar en la carrera armamentista y en el peligro, que la misma conlleva, de una destrucción nuclear.

Por otra parte, se hace cada vez más patente a todos la grave situación de extensas regiones del planeta, marcadas por la indigencia y el hambre que llevan a la muerte. Se trata de problemas que no son sólo económicos, sino también y ante todo éticos. Pero en el horizonte de nuestra época se vislumbran “signos de muerte” aun más sombríos; se ha difundido el uso, que en algunos lugares corre el riesgo de convertirse en institución, de quitar la vida a los seres humanos aun antes de su nacimiento, o también antes de que lleguen a la meta natural de la muerte. Y más aún, a pesar de tan nobles esfuerzos en favor de la paz, se han desencadenado y se dan todavía nuevas guerras que privan de la vida o de la salud a centenares de miles de hombres. Y ¿cómo no recordar los atentados a la vida humana por parte del terrorismo, organizado incluso a escala internacional?

Por desgracia, esto es sólo un esbozo parcial e incompleto del “cuadro de muerte” que se está perfilando en “nuestra época”, mientras nos acercamos cada vez más al final del segundo milenio cristiano»… (para el cual el Papa prepara el gran jubileo).

Y aquí, mis queridos hermanos, la frase que me ha dado mucho que pensar (final pág. 85): “En esta perspectiva tan característica de nuestro tiempo (descrita por el Papa con tintes tan sombríos) se deben subrayar las “apetencias del espíritu” en los preparativos del gran jubileo, como llamadas que resuenan en la noche de un nuevo tiempo de adviento, donde al final, como hace dos mil años, “todos verán la salvación de Dios” (Luc 3, 6; Is 40, 5).

Y entonces, hermanos Sacerdotes, ved que es el mismo Papa el que dice que estamos viviendo los tiempos en que el ateísmo ha obscurecido la tierra con el materialismo, que corta todo ideal religioso, que corta todo ideal moral.

Y en el campo de la Iglesia el Cardenal Ratzinger dice que estamos en esta crisis de fe, luego éste es el tiempo de la purificación, éste es el tiempo del castigo, predicho para estos tiempos. Y por tanto la Virgen prepara a sus sacerdotes: ¡¡ para estos tiempos!!

Y por esto nos pide que nos consagremos a su Corazón Inmaculado para que nosotros mismos seamos presencia materna y misericordiosa, y demos a nuestro alrededor el rayo de luz que parte de su Corazón Inmaculado, y nos convirtamos en instrumentos de su misericordia y de espíritu y don de consolación para todos los hermanos, que soportan el peso y el gran sufrimiento de este período de la purificación. He aquí el porqué. ¡ Simple! ¿verdad?

He aquí por qué la Virgen nos pide… y en medio de esta batalla, toda la propuesta del M.S.M. a su espiritualidad se hace simple, comprensiva, iluminada, funcional, ordenada. ¿ Por qué? Reflexionad que la Virgen nos pide entrar en su Corazón y vivir una experiencia, ¡ no una teología!, dejemos esto a los teólogos. Nosotros queremos vivir la experiencia de la consagración, que pasa a través de un camino simple, que nos enseña a vivir con Ella de tal modo, que cada momento de nuestra jornada, lo vivimos a su lado; para ser transformados por Ella, para entrar en una comunión de corazón, y de este modo nuestro pequeño corazón pueda ser formado, abierto por Ella hasta llegar a convertirse hoy en expresión de su presencia en la tierra.

Y puesto que este mundo, dice el Papa en la “Dives in Misericordia”, deberá ser salvado por un milagro de la misericordia de Jesús, que pasa a través del triunfo o camino del Corazón Inmaculado de su Madre, Ella ha querido llamar a los Sacerdotes, sus hijos predilectos, para que hoy seamos en el mundo expresión de la luz, que parte de su Corazón.

Y aquí está la característica de nuestro sacerdocio. Si hemos comprendido esto, todo lo hemos comprendido. Si no hemos comprendido esto, no hemos comprendido nada, aunque tal vez podamos ser los Responsables de la organización del M.S.M. ¡¡ No hemos comprendido nada!! (Remacha con énfasis D. Gobbi.)

Hermanos Sacerdotes: he aquí el tema de nuestras meditaciones en esta semana (nombra a los sacerdotes que nos van a dar las pláticas). Esencialmente nuestro sacerdocio tiene el mismo valor que el de los demás sacerdotes: somos ministros de Cristo, ministros del Evangelio, de la evangelización, ministros de la Iglesia, y, por tanto, como todos los sacerdotes tenemos el compromiso de anunciar el Evangelio, que se traduce en el apostolado.

Tenemos un compromiso de santificación, que se realiza ante todo en convertirnos en sacerdotes santos. Porque primero debemos ser santos nosotros y luego santificar a los demás. De lo contrario, ejercemos un sacerdocio que si no nos sirve a nosotros los primeros ¿ para qué sirve? Tendríamos que decir como San Pablo: Voy de aquí para allá predicando al mundo entero, y corro el riesgo de perderme yo mismo. Para ese viaje no necesitábamos alforjas! Debéis por tanto ser santos. Para ser sacerdotes tenéis que ser santos.

Debemos vivir el Evangelio con la simplicidad de los niños. Os lo recordaba ayer tarde (comienzo de los Ejercicios), también nosotros, sacerdotes, debemos ser pequeños; pero no sólo los sacerdotes del Movimiento, todos los sacerdotes!

Estamos comprometidos en la oración, nos hacemos cooperadores de Cristo en la obra de la Redención; por tanto, debemos también sufrir, porque forma parte de la misión sacerdotal, la inmolación. Al sacerdote no se le llama al poder y la gloria, a la “dolce vita”, a las comodidades y fáciles compromisos con el mundo.

Entra en su función, y por tanto, cuando estos sufrimientos morales o físicos se presentan ante un sacerdote, aunque naturalmente no nos deleitemos en ello, ¡somos sacerdotes!

Y ved, entonces, que la diferencia de expresar nuestro sacerdocio está aquí: Si como todos, somos sacerdotes comprometidos en el apostolado, en la santidad, en vivir el Evangelio, en la oración, en el sufrimiento, en la inmolación… en la expresión del mismo debemos diferir de los demás, porque debe ser una expresión que parte del Corazón Inmaculado de María. Porque nuestro sacerdocio entra allí, y se expresa coloreado a través de esta experiencia, se expresa pasando a través de la vía del corazón. Y, por tanto, seremos sacerdotes comprometidos en el apostolado (y mañana lo dirá el P. Cuomo), pero deberá ser un apostolado que pasa a través de la vía del Corazón de María y se convierte en expresión de su amor materno. ¡He aquí la diferencia! Somos sacerdotes como los otros, pero hay una diferencia: somos sacerdotes consagrados a María, y al expresar nuestro sacerdocio, lo debemos colorear a través de la vía del Corazón de María, y debe llegar a todos con el carisma de su presencia materna.

Este es nuestro apostolado. Y de igual modo la santidad: es una santidad que pasa por la vía del corazón, y se expresa, por esto, de forma diferente. Y de igual modo la infancia espiritual, la oración, el sufrimiento, que serán los temas que desarrollarán nuestros amigos.

Para poder dar este testimonio, para poder vivir así ¿ qué hay que hacer en concreto? ¿Cuáles son nuestras mejores ayudas?

La Virgen nos da éstas: “Sus Mensajes” y “los Cenáculos”.

Os hablo cinco minutos sobre los mensajes, y luego en la plática de la tarde, sobre los Cenáculos.

He aquí el don precioso que nos da en estos Ejercicios: la nueva edición del libro. (Aquí hace un inciso diciendo que mañana llegará el P. Paulino con los libros porque la nueva edición ha sido impresa en la tipografía de Pescara; que se les dará a todos los presentes las copias que deseen, etc.)

Después continúa diciendo: Hermanos Sacerdotes: es un don, que nos llega de manera inesperada a todos, después de un período de sufrimiento, porque por motivo del cambio del director espiritual, como digo en la nueva introducción, como lo dije el pasado año, ha sido una prueba muy fuerte para el M.S.M.

Prueba predicha por la Virgen en Medjugorje cuando dijo que habría de cargar sobre el M.S.M. una cruz pesada y profunda como el mar.

A consecuencia de esto parecía casi imposible una eventual reimpresión del libro.

Pero luego, casi como por un milagro de la Virgen, ha salido de una forma que casi se logra la perfección hasta ahora jamás conseguida en la publicación de este libro.

Si me lo permitís en la fraternidad de hoy explicaré un poco los criterios que hemos seguido. Sobre todo tenemos el don de haber reunido en un solo volumen todos los mensajes desde julio de 1973 hasta la Pascua de este año (30 de mayo de 1986).

He comenzado a leerlos y he llegado hasta 1977. Y he descubierto una cosa, hermanos sacerdotes: que son un gran don de la Virgen para nosotros.

Este libro, viéndolo ahora en síntesis, verifico que presenta tres perspectivas:

En primer lugar: la sustancia, la más válida, la más bella, donde, a veces, al releer ciertos mensajes, penetran en el alma, en el corazón como palabras suyas maternales que transforman el alma y cambian el corazón.

Esta es la sustancia.

Luego, la segunda perspectiva está en que la Virgen nos descubre con ternura, con delicadeza de madre, las enfermedades que nos aquejan en estos tiempos, la crisis de la Iglesia. la difusión de los errores, la crisis de la unidad, la infidelidad y la apostasía.

Aquí se nos habla con palabras de madre.

El Cardenal Ratzinger habla como un gran teólogo, pero la Madre va de acuerdo con su Cardenal. Dicen lo mismo. Habla de la crisis del mundo.

Si escucháis los mensajes de la Virgen y los cotejais con lo que dice el Papa en su encíclica “Dominum et vivificantem”, el Papa va perfectamente de acuerdo con Ella. Denuncian los mismos errores: el ateísmo, el materialismo, la pérdida de los valores humanos, murales, religiosos. No se respeta ya al prójimo, ni siquiera su vida. Se asesina en el claustro materno y se habla de asesinar a ancianos y enfermos desahuciados de manera aparentemente dulce y misericordiosa (la eutanasia). No se tiene ningún respeto a la propiedad ajena… ¡ Eh! P. Miguel (es el Responsable de Inglaterra), ¿se acuerda de cuando llegamos a Manchester, a la Basílica del Corpus Christi, y el Superior se llegó a nosotros corriendo y nos dice: Oh, Padre Gobbi!, llévese cuanto antes el coche de aquí?

Pero, ¿a qué tanta prisa?

Porque este lugar se ha convertido en el “paraíso de los ladrones”. A esta plazoleta la llaman así. Cualquier cosa que dejéis aquí, desaparece en un santiamén.

Padre, le respondo, yo creía que el paraíso de los ladrones fuera sólo Italia, o Nápoles. Que lo diga si no el P. Cuomo, en cuya casa entraron algunos ladrones empuñando la pistola. El P. Cuomo, para defender a sus hermanas aterrorizadas, gritó: ¡ Disparad contra mí! Y los cuatro escaparon como almas que lleva el diablo, nunca mejor dicho. Cosa jamás vista. Y esto sucede en todo el mundo. Ved en qué mundo vivimos.

Hermanos Sacerdotes: Hay que renovarlo desde dentro, con personas que siembren semillas de fe y de santidad en los corazones. ¡la transformación interior! ¡ Esto es lo que nos dice la Virgen!

La tercera perspectiva es lo que la Virgen anunció: “Al final mi Corazón Inmaculado triunfará en estos años.” Y no es ahora el caso de preguntarse si sucederá en el 86 o en el 88. Tal vez podríamos perder el fruto de los Ejercicios en estas matizaciones y elucubraciones. La Virgen dice en estos años. En Fátima lo predijo para el último período de este siglo. El Papa lo dice también en la encíclica “Dominum et vivificantem” en aquella misteriosa frase, que os la releo. (La lee… y enfatiza las palabras finales: “todos verán la salvación de Dios”.)

Aquí habla del jubileo extraordinario del año 2000, no habla del 3000.

Me parece que estos años son los años del nuevo adviento. Terminados los cuales, con el gran jubileo “todo hombre verá la salvación de Dios”. ¿Qué quiere decir con esto el Papa? Escribidle si queréis más claridad, tal vez os dé una explicación.

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