La continua Presencia de Nuestra Madre Bendita
Yo quiero poner las dos meditaciones de hoy en la perspectiva del misterio de la Presencia de Dios en la vida de cada persona bautizada y en particular de cada sacerdote. Yo siento, sin embargo, que es necesario citar ciertos pasajes de la Sagrada Escritura. Nuestra Santa Madre no hace nada más que representar la Presencia Maternal de Dios hacia nosotros. Porque Ella exactamente, es establecida, como Medianera de las Gracias y la Corredentora.
No queremos olvidar, que los santos siempre vivieron en la “Presencia” del Señor y de la Madre Bendita. Sin embargo, desarrollaremos todos los efectos precedentes de la gran consolación y paz que tenemos, pronto como nos sentimos y sabemos que el Señor y la Madre Bendita están siempre cerca de nosotros y guían nuestra vida. Es en el primer mensaje del 7 de Julio de 1973, que la Madre Bendita, dijo al Padre Gobbi:
“No debéis tener miedo, Yo estaré siempre cerca de tuyo”.
En el último mensaje público de Nuestra Madre, nos ha dicho:
“Éste siglo vuestro, que está a punto de acabar, ha sido puesto bajo el signo de un fuerte poder concedido a mí Adversario.
Entonces la Santísima Trinidad ha dispuesto que vuestro siglo fuera puesto bajo el signo de una fuerte, materna y extraordinaria presencia Mía”. (31 de Diciembre,1997).
Citas bíblicas de la Presencia de Dios en nuestras vidas
Cada sacerdote debería escuchar como si se lo dijeran a él mismo lo que Dios reveló al Profeta Jeremías:
“Antes de que nacieras, te tenía consagrado: Yo profeta de las naciones te constituí”.
(Jr. 1,2). Del Nuevo como del Viejo Testamento, nosotros hemos pensado, en efecto, que en nuestro peregrinaje en la tierra, no estamos nunca solos. Jesús, antes de su ascensión al Cielo, hizo ésta solemne promesa:
“Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.(Mt. 28,20).
Las varias Presencias del Señor son muy bien descritas en la encíclica de Pablo VI “Misterium Fidei”. No es necesario que lo mencionemos todo aquí.
Tenemos, en primer lugar, la Presencia del Espíritu Santo, que está en nosotros y por eso, no puede ser más cerca ni más perfecta ésta Presencia. Él es para nosotros: Consolador, Huésped, Confortador, descanso, luz y para los pequeños niños de Maria, Él es el Padre de los pobres. Hoy, Él usa la Presencia de su más Santa esposa para cumplir todo en nosotros. Debemos recordar que Dios siempre quiere estar presente en nuestra vida, pero nos deja libres para elegir. Esto es porqué en éste tiempo las tres virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad vienen a ayudarnos.
Dios pone siempre su gente y en particular sus Santos en la prueba, porque a través de su amor, su fe y su confianza, pueden descubrir Su “Presencia” aún más perfectamente.
Cuando los judíos sufrieron la esclavitud en Egipto, Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiendo y le dijo:
“He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para liberarlo de las manos de los egipcios”. (Éx. 3, 7).
Cada vez que leemos éste pasaje, lo aplicamos en nuestras situaciones diarias, pero también a las situaciones de la Iglesia y a las almas en general. Reflexionando sobre las palabras de Dios a Moisés respecto de su gente en esclavitud, estamos seguros que Él piensa en nosotros y nos ve continuamente. Cuando los Apóstoles fueron al lago, remando a través de la noche y no eran capaces de alcanzar la orilla porque arreciaba un fuerte viento, Jesús, desde la montaña, debe de haberlos seguido a ellos en su gran fatiga. Y quizás, pensando en su futura Iglesia, pensando en cada uno de nosotros, Él quiso ir en su ayuda, de tal milagrosa manera. Y si esto no era ya suficiente, conocemos la historia de la tormenta calmada. Una gran enseñanza para aquellos que vienen en el futuro, como también en nuestros tiempos, pues, a veces sentimos miedo y pensamos que Dios duerme.
Aún después de la resurrección, Jesús muestra como sigue a sus apóstoles en su trabajo, cuando, después de un esfuerzo inútil toda la noche, a través de Su intervención, ellos tienen una recogida milagrosa. En éste episodio también aprendemos a conocer el poder de Dios y al mismo tiempo, Su Bondad Paternal; Jesús, en efecto, tiene preparado el fuego y estaba preparando el desayuno para ellos. Consecuentemente, ahora comprendemos y creemos más fácilmente en las palabras que Él dijo en el Evangelio de San Mateo:
“Venid a Mí todos los que estéis fatigados y sobrecargados, y Yo os daré descanso”. (Mt. 11,28). Durante la última Cena, Jesús dijo a sus apóstoles, que estaban tristes después del anuncio de su partida: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y Mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. (Jn.14,23).
Jesús nos da a su Madre
Antes de morir, Jesús nos da su Madre. Maria es la primera discípula de Su Hijo: Ella recuerda muy bien todas Sus palabras. Pero siendo también nuestra Madre, ahora Ella lo “pone todo en práctica”, para nuestro provecho. Los Apóstoles dicen: “Dios ha amado tanto al mundo, que nos ha enviado a Su Hijo Único”. Por eso, nosotros también podemos decir que “Dios nos ama tanto que nos dio a Su Madre”.
Dios ahora nos envía Su Madre, así podemos comprender cuánto nos ama y está cerca de nosotros como una Madre.
Otra vez leemos en el Evangelio: “¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuánto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues vosotros valéis más que muchos pajarillos”. (Mt. 10, 29-31).
Debe de haber más de mil citas bíblicas que confirman el Corazón de Dios representado por su Madre. Sería suficiente citar al Profeta Isaías:
“¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido”.(Is. 49,15).
Dios cuida a todas sus criaturas, especialmente los pequeños o todos aquellos que se hacen pequeños así mismos. “Y seréis alimentados, en brazos seréis llevados, sobre las rodillas seréis acariciados. Como aquél a quien su madre consuela, así yo os consolaré.( Is.12-13).
Ahora tenemos la Misma Madre de Dios como nuestra Madre. En éstas dos meditaciones descubriremos como Ella nos toma en sus brazos, nos acaricia y nos cuida con tanto amor, si nosotros sabemos quedarnos como niños, si nos hemos consagrado a Su Corazón Inmaculado y aceptar sus palabras verdaderas de los mensajes contenidos en el libro “A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen”. Ésta experiencia nos hará también proclamar lo que el autor Sagrado dice en el Salmo responsorial de la Misa de Santa Teresa del niño Jesús:
“No, me mantengo en paz y silencio, como niño en el regazo materno, ¡Mi deseo no supera al de un niño! (Sal. 130,2).
El M.S.M. es un regalo de la Presencia de la Madre para la Iglesia en nuestros tiempos
El 28 de Enero de 1984 la Madre Bendita nos dice:
“Don de mí Corazón Inmaculado para la Iglesia es mí Movimiento: él es sólo obra mía.
Desde hace once años lo difundo en todas partes del mundo: llamo a los hijos y ellos me responden. Desde once años estoy realizando una obra maestra de amor y misericordia para el triunfo de mí Corazón Inmaculado. La Iglesia comprenderá cada vez mejor como el Movimiento Sacerdotal Mariano es un don de mí corazón Inmaculado, porque también quiero con él darle la certeza de mí perenne presencia y de mí materna protección…”. (28 de Enero de 1984).
Don Stefano Gobbi dijo que un signo claro que el M.S.M. viene de Dios Mismo, es en efecto, que ahora, está presente en todas las naciones del mundo.
Esto está demostrado por la gran participación en nuestros ejercicios espirituales anuales: tenemos sacerdotes y obispos que vienen de hasta cincuenta naciones. Los mensajes están traducidos en todas las mayores lenguas del mundo, aún en países donde el imprimir material Cristiano está prohibido. Durante el tiempo que estuve en China, alrededor de diez años atrás, me encontré que todos los obispos y sacerdotes que conocí, tenían los libros de los mensajes. En algunas Diócesis muchos católicos tienen su propio cenáculo familiar diario. Ellos me dijeron que en prisión y en medio de torturas y persecución, ellos sentían un gran consuelo con los mensajes de la Madre Bendita. Durante el cenáculo para los sacerdotes, por las preguntas que me hicieron, comprendí que ellos tomaban los mensajes más seriamente que nosotros.
En el veinticinco aniversario del nacimiento del M.S.M. Padre Gobbi, estuvo en Fátima. En aquél día la Madre Bendita le dijo:
“Te encuentras aquí, en el mismo lugar, ante la Capillita de las apariciones, donde Yo he revelado a tú corazón el gran designio de amor y de misericordia de mí Corazón Inmaculado. Ahora mí designio está a punto de cumplirse.
Con Mí Movimiento Sacerdotal Mariano he llamado a todos mis hijos a consagrarse a mí Corazón Inmaculado.
Es el mensaje de Fátima que se cumple y se está realizando en todas partes, por la acción misericordiosa de vuestra Madre Celestial.
Con él yo he pedido la consagración a mí Corazón Inmaculado , como medio seguro para obtener la conversión del corazón y de la vida, y reconducir a la humanidad por el camino de su pleno retorno al Señor.
Por medio de mí Movimiento Sacerdotal Mariano ésta consagración, querida y pedida por Mí se ha realizado ya en todos los lugares de la tierra”. (8 de Mayo de 1997).
En el último mensaje del 31 de Diciembre de 1997, nuestra Madre habla de la importancia del M.S.M. para toda la Iglesia.
“Para dar a la Iglesia, sufriente y crucificada de vuestro tiempo, mi ayuda maternal un seguro refugio, he hecho surgir el Movimiento Sacerdotal Mariano y lo he difundido por todas partes del mundo, por medio de éste libro mío, que os traza la senda que debéis recorrer para difundir mí luz”. (31 de Diciembre de 1997).
El Sacerdote es “Otro Cristo”; por eso, él necesita la misma Madre
El M.S.M. existe porque Dios quiere que la Virgen Maria pueda ejercitarse en la parte que Jesús Mismo nos diera antes de morir. Usando los mismos pensamientos de Juan Pablo II. A los pies de la cruz, la Madre Bendita tiene una segunda anunciación , cuando Jesús la hace nuestra Madre. El cinco de Febrero del 2005 el mismo Papa habló a los estudiantes del Seminario Romano, en ocasión de la fiesta de Maria Madre de la Iglesia:
“Queridos Seminaristas, ¡Con cuánto significado el gesto de Jesús que está en el Ícon de Nuestra Señora de la Confianza que veneráis en vuestro Seminario! Apuntando a su Madre, el niño parece anticipar silenciosamente que al final de su vida, Él le iba a decir a su discípulo Juan desde la cruz: ¡Ahí tienes a tú Madre! (Jn. 19,27).
A mí me gustaría repetirte a ti hoy: aquí está tú Madre, de amarla e imitarla con plena confianza, así que hagas a los sacerdotes volverse para poder decir las cruciales palabras de Fe, no solamente una vez pero siempre: “Aquí estoy yo”, “Fiat”.
En un prólogo que encontramos en el misal de las Misas dedicado a la Madre Bendita, esto es como la Iglesia nos enseña a rezar:
“A los pies de la cruz de Jesús, por su solemne deseo mientras estaba agonizando, un profundo amor se comienza a desarrollar, entre sus fieles discípulos y la Bendita Virgen Maria, Jesús confía su Madre a los discípulos como su propia Madre, y ellos la reciben como su más preciosa herencia de su Maestro. Ella será para siempre la Madre de aquellos que creen, y ellos la mirarán con gran confianza en su segura protección. Ella ama su Hijo amando a sus pequeños y ellos atendiendo lo que Ella dice, mantienen el mundo de su Maestro”.
Ella comienza el M.S.M. a fin de ejercitar más fácil su Misión:
“El Movimiento Sacerdotal Mariano debe ser sólo Obra Mía. Yo Misma seré la Capitana de éste ejército. Lo estoy formando ahora en el silencio y en la intimidad, como durante nueve meses formé a Jesús en mí seno y por tantos años en el silencio y en lo oculto lo crié día tras día. Así es ahora para el Movimiento Sacerdotal Mariano : como al pequeño Jesús, estoy formándolo en el silencio y en la intimidad: es el momento de su infancia y de su vida oculta. Necesita de mucho silencio, mucha humildad , mucha confianza, mucha oración. No haya un jefe entre vosotros: Yo misma seré vuestra Capitana. La única cosa que importa es que os dejéis formar por Mí: para esto es necesario que cada uno se ofrezca y se consagre a mí Corazón Inmaculado, se entregue totalmente a Mí como Jesús se me ha entregado totalmente, después Yo pensaré en todo”. (16 de Julio de 1973).
Muchos de nosotros, leyendo los mensajes de la Madre Bendita y participando en los cenáculos, especialmente juntos con el Padre Gobbi, hemos experimentado que nuestra Santísima Madre nos ama, nos comprende, y nos toma de la mano y nos guía. Es una invisible Presencia, casi secreta, que sólo nosotros y Ella lo sabemos. Yo he descubierto todo esto, especialmente cuando estoy leyendo los mensajes del libro “A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen”. Una vez que tú descubres el amor de la Madre, tú descubres el significado de la vida.
No hay ya más miedo, tú eres feliz. La vida se vuelve llena de esperanza y alegría, porque descubrimos que el amor y la protección de la Madre no nos dejarán jamás.
En efecto, nosotros experimentamos que la Madre de Cristo es nuestra Madre, y su amor sobrepasa el amor de todas las Madres. Ella es feliz con nosotros y también sufre con nosotros.
La Presencia de Maria en la vida del Sacerdote
La primera vez que conocí al Padre Gobbi, fue en un cenáculo en Búfalo, NY, aproximadamente treinta años atrás, y recuerdo muy bien que él me dijo a mí: “La Madre bendita te ama”.
Para mí fue una gran consolación al oír esto. Obviamente, yo sé ya que como sacerdote me ama. Pero el oír esto del Padre Gobbi, significó mucho para mí, porque él me ayudó a comprender que la Madre Bendita me ama con un amor personal, por eso Ella estaba siempre presente en mí vida sacerdotal. Después comprendería que cuanto más pequeños nos hacemos, Ella nos puede guiar mejor.
“Estar consagrado a Mí quiere decir dejarse conducir por Mí. Quiere decir fiarse de Mí: como un niño se deja conducir por su madre. ¿Porqué no quieres fiarte de Mí? Deja que sea Yo la que construya – momento tras momento – tú porvenir. A ti te basta decir, lo mismo que un niño: “Madre, me fío de Ti, me dejo conducir por Ti. ¿Dime que debo hacer? (21 de Julio de 1973).
En éstos mensajes la Madre no nos dice que renunciemos a nuestra libertad o dejar a cualquiera que gobierne nuestra vida. Ella sólo quiere ayudarnos a aprender y ejercitar de una manera heroica las virtudes de la Fe, Esperanza y Caridad. Nosotros confiamos que Dios Mismo nos guiará a través de nuestra Madre Celeste. Precisamente en el mensaje antes citado, la Madre Bendita concluye:
“Deja también que a través de ti, sea Yo la que actúe. Para ello, ¡cuan necesario es morir a ti mismo!.
Por eso, Ella nos enseña las virtudes heroicas. Actualmente, a través de su Presencia, Ella nos enseña como vivir cada momento en la Presencia de Dios Mismo.
“Permanece siempre en mí Corazón, y en todo momento y encontrarás la paz. ¡No te preocupes por lo que tengas que hacer!
Todo el que se ha consagrado a Mí me pertenece totalmente y no puede en ningún momento de la jornada disponer libremente.
Estando Conmigo, Yo mima te diré en cada momento lo que me gusta que tú hagas y entonces tu obrar será siempre según mí querer. Te tomaré de la mano y haremos juntos todo. Yo contigo soy como una madre que está enseñando a dar los primeros pasos a su niño.
¡Cuan necesario es que Yo esté junto a ti! ¡Soy tan Madre para ti!”.(29 de Julio, 1973)
Si estamos consagrados a la Madre Bendita y si –citando las palabras del Evangelio – si tenemos puestas nuestras manos en el arado, no podemos pararnos delante de los obstáculos que encontremos diariamente. La Madre nos dice:
“No a todos se les concede conocer mis designios, sino tan sólo a los que Yo llamo.
Hijos míos predilectos, ¿Cuánto tiempo hace ya que me ocupo de formaros, que sigo vuestros pasos, que os guío para prepararos a responder a éste llamamiento?
Os he acogido en mí Corazón Inmaculado desde el seno materno: y, ya nacidos, Yo misma lo he venido disponiendo todo para vosotros.
Vuestra vida ha sido toda ella un bordado primoroso de mí amor.
Ahora mí designio debe cumplirse lo antes posible para bien de todos.
Son ciertamente pocos los llamados, pero, a través de ellos, la Madre quiere ofrecer a todos sus hijos la posibilidad de salvación”. (1 de Septiembre de 1977).
La Presencia de la Madre Bendita en los Cenáculos
En 1983, Padre Gobbi, vino a Canadá: durante un cenáculo para sacerdotes, alguien le preguntó, que quiere decir él, cuando dice que la Madre Bendita está presente en cada cenáculo. Recuerdo muy bien la respuesta que él dio veintiséis años atrás:
“Como la Madre Bendita está presente en el Cielo con su cuerpo Glorioso, así también, de la misma manera, está presente con su cuerpo Glorioso cada vez, que nos reunimos para un Cenáculo”.
Desde esa época , en el comienzo de cada cenáculo, siempre me aseguro de ayudar a los fieles a experimentar la presencia de nuestra Madre, leyendo desde el comienzo, por lo menos un mensaje que confirma ésta hermosa verdad.
El 28 de Junio de 1990, durante los ejercicios espirituales en St. Marino, la Madre Bendita nos dijo:
“Estáis aquí para hacer, vosotros mismos, la dulce y fuerte experiencia del Cenáculo, donde Yo me hago particularmente presente entre vosotros para que podáis convertiros en los Apóstoles de los Cenáculos en todas partes del mundo”. (28 de Junio de 1990).
El 11 de Febrero de 1978, Ella dijo: “No dejéis jamás el rezo del Santo Rosario, esa plegaria por la que tengo predilección y que Yo misma he venido del cielo a pediros que la recitéis. Os he enseñado a rezarlo bien, haciendo pasar entre mis dedos sus cuentas, mientras me unía a la oración de aquella pequeña hija mía a la que me aparecí en la gruta de Massabielle. Siempre que rezáis el Rosario me invitáis a orar con vosotros, y cada vez que lo hacéis, me uno verdaderamente a vuestra oración. Sois así los pequeños hijos que rezan en torno a la Madre Celeste”. (11 de Febrero de 1978).
Aquí estamos en el corazón de éstas dos meditaciones: estamos, en efecto, hablando de una presencia mayor insistentemente prometida por nuestra Madre. Ahora citamos el final de un mensaje:
“Cuando dos o más Sacerdotes de mí Movimiento están unidos por Mí, Yo misma estoy en medio de ellos. Yo misma con ellos y en ellos me manifiesto, sobre todo cuando éstos Sacerdotes están unidos en la oración.
En el Cenáculo estaban los Apóstoles con Maria , Madre de Jesús. En éstos Cenáculos quiero reunidos a los Sacerdotes de mí Movimiento con Maria, Madre de Jesús y Madre especialísima para ellos.
Más, ¿Para qué los quiero reunidos en cenáculos Conmigo?
Para estar Conmigo; Para que los pueda nutrir y formar, hacerlos crecer en la perfecta consagración a Mí: para que verdaderamente sean sólo mis Sacerdotes y en ellos y por ellos todavía pueda Manifestarme”. (17 de Enero de 1974).
La Madre Bendita ofrece su Cáliz de Consuelo a través de nosotros
Ya os dije que a través de Don Stefano Gobbi el consuelo de Nuestra Señora se había hecho presente en mí vida sacerdotal. Nosotros leemos en el mensaje en el mensaje del 4 de Abril de 1996:
“Mí Corazón Inmaculado se convierte hoy en el Cáliz de Consuelo, que yo quiero ofrecer a la Iglesia y a todos mis hijos, en los momentos de mayor sufrimiento.
Porque hoy quiero hacer de vosotros, mis hijos predilectos, mí Cáliz de Consuelo”.
En otro mensaje Ella dice:
“Nunca como en los momentos presentes quiero, a través de vosotros, ayudar y salvar a todos mis hijos pecadores, que están expuestos al peligro de perderse.
Hoy a través de vosotros, quiero animar y consolara mis hijos. En el momento de la gran tempestad, la Madre quiere recoger en sus brazos a sus hijos para consolarlos.
Juntos pasaremos las horas angustiosas de la purificación, juntos oraremos, sufriremos y confiaremos en la Misericordia del Padre”. (2 de Febrero de 1982).
En otro mensaje Ella dice:
“La Iglesia tiene necesidad hoy de sentirse amada por Mí.
La humanidad tiene hoy necesidad de sentirse amada por Mí.
Mis pobres hijos, pecadores y descarriados, tienen hoy necesidad de sentirse amados por Mí.
Quiero amar a través de vosotros.
Quiero ayudar a la humanidad, a la Iglesia y a todos mis hijos a través de vosotros, llamados a penetrar en el misterio de mí Corazón Inmaculado.
Por esto obro una unión cada vez más profunda entre mí Corazón de Madre y vuestro corazón, hijos míos Sacerdotes” (30 de Junio de 1982).
El 28 de Junio de 1990, Ella nos dice:
“Tomad entre vuestros brazos sacerdotales ésta pobre humanidad enferma y traedla a la clínica materna de mí Corazón Inmaculado para que sea sanada por vuestra Madre Celeste”. (28 de Junio de 1990).
Me gustaría citar un testimonio del Cardenal Ángelo Comestri respecto de la Bendita Madre Teresa de Calcuta:”Un día, durante un viaje con la Madre Teresa, yo fui testigo de éste encantador episodio. Un policía con un rostro muy preocupado vino a mí, y me dijo, Padre, no sé lo que me está pasando. Parece que Dios está mirándome a mí, a través de los ojos de ésa mujer. Y apuntando a la Madre Teresa, quién, sentada en un rincón estaba rezando. Le dije a Madre Teresa éstas palabras y ella, con una absoluta simplicidad, comentó: Dígale a él que Dios le estaba mirando desde hace mucho tiempo. Pero antes él no lo comprendió. Hoy en vez él hizo un acto de humildad.
Nosotros podemos convertirnos en los ojos y el Corazón de la Madre Bendita.
La Mirada de Maria es el cariño de la madre, la caricia de Dios.
“Quién os encuentre, deberá sentir la presencia de la Madre Celeste, que, por vuestro medio, nuevamente acaricia y consuela , nuevamente ayuda aún materialmente, alienta y salva, y a todos abraza y defiende”. (20 de Noviembre de 1982).
El 27 de Marzo de 1974 la Madre Bendita le dijo al Padre Gobbi y así mismo para todos los sacerdotes:
“Tú estás en Mí y cuando hablas en éstos encuentros, Yo estoy verdaderamente presente en medio de vosotros. Aunque no me veáis Yo estoy no sólo espiritualmente, sino verdaderamente Presente. Yo os daré señales seguras de Mí Presencia.
Cada uno la sentirá y su vida será suavemente transformada y su alma será dulcemente tocada por mí caricia de Madre. Por eso hijo, tú no busques otra cosa, no te preocupes de otra cosa sino de permanecer siempre en mí Corazón Inmaculado.
¡Que alegría y consuelo procuras a la Madre, hijo! Tráeme a todos éstos hijos míos predilectos”. (27 de Marzo de 1974).
Así que otros puedan sentirse observados por la Madre o también recibir sus caricias, pero, lo primero, debemos vivir en su Corazón Inmaculado.
Yo recuerdo, como seminarista, que iba a un lugar donde había una pintura hermosa de Nuestra Señora. Era una de esas pinturas donde parece que los ojos de Nuestra Señora están siguiéndote desde donde tú la mires. Su Mirada se quedó grabada en mí corazón aún cuando yo me fui de allí. Recuerdo también que algunos años atrás, la Imagen que el Padre Gobbi siempre traía al Retiro, daba extraordinarios signos de sus ojos, el perfume y los colores del rostro y de su Manto. En un mensaje Ella dice:
“Con el signo que os doy de mis ojos, os quiero dar a entender que vuestra Madre Celeste, nunca como en los tiempos presentes, os mira con sus ojos misericordiosos. Ella no está alejada de vosotros: conoce todas las dificultades en que os encontráis; los momentos difíciles que vivís, con todos los sufrimientos que os aguardan, con las grandes cruces que debéis llevar.
De modo particular os miro a vosotros, mis predilectos, objeto de mí Materna complacencia…Os miro y os ilumino con mí misma belleza”. (24 de Enero de 1984).
Debemos tomar nota que Nuestra Señora, en sus mensajes , no hace un tratado de filosofía o teología para hacernos comprender, como es la relación entre el mundo sobrenatural y las funciones de nuestro mundo. Pero, casi como ciertos pasajes de la Biblia que hemos citado al principio de éstas meditaciones, Ella nos habla como cualquier madre hablaría a sus hijos; pero con una enorme diferencia. Ella Misma nos lo explica:
“Don de mí Corazón Inmaculado, ¡oh, sí!, don muy particular, es también el libro que contiene mis mensajes.
Leedlo, hijos míos predilectos, meditadlo, vividlo. No tengáis dudas: Yo os hablo.
A través de aquéllas palabras estoy presente y me manifiesto.
Cuando os hablo, uso vuestras palabras humanas, pero mientras vosotros habláis a través de la experiencia que tenéis de vuestra vida terrena, Yo os hablo a través de la Luz del Paraíso. En el Corazón de Mí Hijo Jesús, y en el profundo misterio de la Santísima Trinidad, se compone una única realidad.
En la visión de ésta divina comunión, que ya ahora nos une, os hablo siempre en la luz de la eternidad, de modo que para Mí no hay diferencia entre mis hijos que viven aquí en el Paraíso, entre los que todavía están en el Purgatorio, y los que todavía caminan en la tierra…”. (28 de Enero de 1984).
Efectiva Presencia en la oscuridad y en las pruebas
Nuestra Madre Bendita es también nuestra maestra espiritual: en efecto, una maestra más grande infinitamente que todos los famosos maestros de la vida espiritual.
Ella sabe que nadie puede tener una vida avanzada en oración y una profunda unión con Dios, sin haber sufrido mucho. Por supuesto, no podemos ser diferentes de Jesús, el siervo del Señor, quién fue enviado por el Padre para ofrecerse así mismo en holocausto por nosotros. El año pasado vimos como Nuestra Señora trajo los niños de Fátima a la más alta santidad y por eso, a una gran unión con Dios, ayudándoles a soportar sufrimientos heroicos. Pero, para uno que está consagrado al Corazón Inmaculado de Maria, la oscuridad nunca será tan densa, porque él siempre se sentirá muy cerca de Ella. La Santa Bernadette, al final de su vida, hablando de su largo sufrimiento, dijo: “El Señor me ha triturado como se tritura el trigo”. En otra ocasión ella dijo: “Los sufrimientos son como caricias de Dios”. Ya en Fátima, a la pregunta de Lucia ¿Y yo, me quedaré sola? La Madre Bendita le contestó: “No hija, yo nunca te abandonaré”. En la vida de aquellos tres niños, todas las cosas eran previstas por Nuestra Señora: para la misión de Lucia , para Francisco y Jacinta, su enfermedad – martirio. Todas las cosas eran parte del plan de Dios. Y así también es para nosotros.
Al Profeta Jeremias Dios le dijo: “Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado”. (Jer. 1,5).
También para nosotros, la Santísima Virgen lo tenía todo ordenado, desde nuestro nacimiento, cada detalle de nuestra vida.
“En vuestra vida, todo os viene dispuesto, en cada detalle, por la Providencia de Dios Padre y vuestra Madre Celeste; los momentos de sufrimiento, los de las pruebas espirituales y de dificultades interiores; los momentos de alegría y de consuelo; los momentos de particular fervor y de unión Conmigo”. (28 de Enero de 1984).
Nuestra Madre, no sólo dispone todos los detalles de nuestra existencia , pero, yo diría , antes que nada, que nos ayuda a cumplir nuestra misión:
“Mí misión es la de seguir como Madre, durante el curso de la historia, las vicisitudes de todos mis hijos.
Mi Corazón Inmaculado encierra todo mí amor virginal y materno para vosotros.
Mí Corazón Inmaculado se abre para daros ayuda, consuelo y protección”.(1 de Enero de 1996).
Quién conoce éstos mensajes, nunca deben estar deprimido o tener miedo de persecuciones, de cruces y menos, miedo del futuro. En otro mensaje la Madre dice:
“Con inmensa esperanza, miradme vosotros mis pequeños hijos, tan atribulados, heridos y golpeados por el viento impetuoso de la gran tribulación. Venid todos a mí, mis pequeños niños.
Venid a Mí porque tenéis necesidad de ser consolados, alentados, protegidos, defendidos y salvados por vuestra Madre Celestial”. (8 de Diciembre de 1996).
No sé como podemos tener aún alguna duda después de éstas incesantes palabras de Nuestra Madre. Me gusta citar, una vez más, un prólogo de la Misa “Maria Auxilio de los Cristianos”.
“Vosotros escogéis la Inmaculada Virgen Maria, la Madre de Jesús, para ser la Madre y el auxilio de los Cristianos, para que bajo su protección, no debéis tener miedo en luchar la batalla de la fe, firmes en sostener la enseñanza de los apóstoles, y tranquilos en el espíritu, en las tormentas del mundo, hasta que alcancemos el gozo de la Ciudad Celeste. (Misa 42)
Aún cuando lloramos con Jesús en la Cruz: ¿Padre porqué me has abandonado?
Nuestra Madre estará a los pies de nuestra cruz, no como alguien que es incapaz de ayudar a su hijo, pero, como una verdadera Corredentora, que asocia a Ella misma en ambos, el sacrificio de Su Hijo y de sus hijos. En el mensaje del Viernes Santo, en 1989, nuestra Madre Bendita nos dice:
“Estoy aquí, con el Apóstol Juan, que os representa a todos, hijos míos predilectos, bajo la cruz sobre la cual mí Hijo Jesús está viviendo las horas sangrientas de su atroz agonía.
Yo, con mí presencia de Madre, hoy, debo ayudarlo a permanecer sobre la Cruz, para que el Querer del Padre se cumpla y vosotros podáis ser redimidos y salvados por Él.
Hijos Predilectos, en éste día de Viernes Santo, permitidme que os repita también a vosotros: Permaneced con Jesús en la Cruz.
No cedáis a las engañosas tentaciones de mí adversario, a las fáciles seducciones del mundo, a las voces de aquellos que también hoy repiten :!Bajad de la Cruz!.
¡No! También vosotros, como Jesús, debéis comprender el Designio Divino de vuestro personal ofrecimiento sacerdotal”. (24 de Marzo de 1989).
Nuestra presencia a y con la Madre
1.Nuestra presencia con la Madre.
El Sábado Santo de 1987, Nuestra Madre Bendita dijo:
“Éste es el día en que vuestra Madre tiene tanta necesidad de consuelo. Es el día en que la Madre tiene necesidad del amor de todos sus hijos”.
Ésta amorosa presencia delante de Ella, no es sólo aceptada por Ella, pero también deseada ardientemente por Ella. En casi todos los mensajes dados durante éstos ejercicios espirituales de cada año, nuestra Madre nos dice que feliz es de vernos reunidos a todos juntos con Ella en el Cenáculo:
“Hijos predilectos, ¡Cómo consuela a mí Corazón dolorido el veros aquí todos juntos para celebrar una semana de continuo cenáculo!.
Siempre me uno a vuestra oración, que hacéis Conmigo y por medio de Mí. Comienza ahora el tiempo de vivir con los ojos alzados a Maria, como os ha dicho mí Papa Juan Pablo II”. (31 de Agosto de 1988).
Nosotros sabemos muy bien que en éstos tiempos difíciles, a través de Nuestra Consagración a la Madre Bendita, entramos en el seguro refugio de su Corazón Inmaculado. Siguiendo la interpretación que Ella Misma hace del Capítulo 12 del versículo 14 del libro del Apocalipsis, yo tengo el ánimo de concluir , que aún nosotros, de alguna manera, hoy seremos un pequeño refugio para la “Mujer vestida del sol”, como Ella Misma nos dice en el siguiente mensaje:
“Para huir de éste gran río de aguas se le dieron a la Mujer las “alas de la gran águila”, y así Ella ha podido encontrar su lugar en el desierto. (Ap.12,14).
¿Qué es el desierto sino un lugar escondido, silencioso, apartado y árido?
El lugar escondido, silencioso, aridecido por tantas luchas y tantas heridas en que la Mujer encuentra ahora su lugar, es el alma y el corazón de mis hijos predilectos y de todos aquellos que se han consagrado a mí Corazón Inmaculado”. (14 de Junio de 1980).
Todos nosotros, no importa que pobres somos, precisamente, porque somos pequeños, podemos abrir siempre nuestro corazón a la Madre. En uno de sus mensajes Nuestra Señora se queja que Ella no es querida en ciertas casas de sus sacerdotes.
Cuando yo viajaba todo el tiempo para hacer cenáculos para el M.S.M. noté que nuestra Señora fue sacada no sólo de muchas Iglesias, pero, lo peor, de la vida de muchos sacerdotes.
En éstas meditaciones, hemos hablado de la Presencia de Nuestra Señora en la Iglesia, en la vida de los sacerdotes y en cada persona bautizada. Nosotros somos libres de aceptar ésta cercanía maternal o rechazarla.
Es claro, como Dios, también Nuestra Señora es siempre fiel a las promesas que ha hecho todos éstos años.
Sin embargo, Ella está siempre allí, esperando que volvamos, perdonándonos, y alegrándose si volvemos a Ella. Con nuestra consagración, es como si estuviéramos viviendo en la misma casa que Nuestra Madre del Cielo. Consecuentemente, un poco cada vez, somos capaces de pensar y hacer nuestra, la manera de pensar de la Madre Bendita. Somos capaces de compartir sus pensamientos de gozo, de aprehensión, o preocupación por sus hijos y aún más de dolor.
Ella es, en efecto, nuestra Madre de los dolores:
“¿Como puede un hijo no conmoverse ante su Madre que llora? ¿Cómo podéis vosotros mis hijos no conmoveros ante vuestra Madre Celeste que llora lágrimas de sangre? Al menos vosotros, mis predilectos permaneced Conmigo bajo la Cruz, junto a vuestro hermano Juan, para confortar y dar consuelo a vuestra Madre dolorosa, nuevamente traspasada por la espada de un rechazo tan grande. Y unid vuestro dolor al mío, para implorar una vez más para el mundo el milagro de la divina Misericordia”. (14 de Abril de 1995).
Cuando estuve en China, en muchas ciudades, me dijeron de milagros de la extraordinaria Presencia de Nuestra Señora. Cuando estuve en Shangai, me dieron una fotografía de la Madre Bendita llorando sangre.
Ella sufre con sus hijos y por sus hijos. Respondámosle con nuestro amor.
Nuestra presencia con Jesús y con su Madre
Nuestra Señora nos asocia con su Presencia en el Misterio de nuestra redención. Cada persona consagrada al Inmaculado Corazón de Maria debe alcanzar éste punto: que debemos aprender de Nuestra Madre, su amor por Jesús, y también para cada uno en el mundo.
Éste concepto debe ser resumido en dos líneas tomadas del mensaje antes citado del 31 de Agosto de 1988:
“Con los ojos alzados a Maria: así sois iluminados por la luz virginal de mí oración y de mí amor materno. Recitad siempre el Santo Rosario”.
Mucha gente nos pregunta como rezar el rosario: ¿se supone de meditar las palabras de las diferentes oraciones que se recitan, o sólo los misterios? Podemos responder con la enseñanza de los dos últimos Papas: Ellos sugieren tomar a Maria como nuestra Maestra, de amar a Jesús con Su propio corazón y acompañándolo a Él junto con Ella, en los varios momentos de su labor Redentora. En la Encíclica “La Iglesia vive de la Eucaristía”, El Papa Juan Pablo II nos dice que esto también sucede en los Sacramentos:
“Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir continuamente éste don. Significa tomar con nosotros –a ejemplo de Juan- a quién una vez nos fue entregada como Madre. Significa asumir, al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por Ella. Maria está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. Así como Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio Maria y Eucaristía”.
“En la Eucaristía, la Iglesia se une plenamente a Cristo y a su sacrificio, haciendo suyo el espíritu de Maria”.
Yo creo que todos los miembros del M.S.M. han alcanzado ya ésta espiritualidad. En otras palabras, el M.S.M. tiene éste espíritu Cristológico por excelencia. Nuestra Madre Bendita, a través de los años nos ha guiado a éste camino. Benedicto XVI durante el día Mundial de la Juventud en Alemania dijo a los Seminaristas:
“Los jóvenes seminaristas no ven la Iglesia “desde fuera”, sino “desde dentro”, y ellos sienten que ella es su “casa”, porque ella es la casa de Cristo, donde su Madre Maria habita. Maria es quién los introduce a su Hijo Jesús, y como ellos son incapaces de ver y tocar a Jesús, y tomarlo en sus brazos, Maria enseña a los seminaristas a contemplar a Jesús con los ojos del corazón y poner a Jesús en su propia vida. Cada momento de la vida del Seminario puede ser una oportunidad para una maravillosa experiencia de la presencia de Nuestra Señora, que lleva a cada uno a encontrarse con Cristo en el silencio de la meditación, oración y fraternidad. Maria nos ayuda a encontrar al Señor, antes que nada, en la celebración de la Eucaristía, cuando, en la palabra y en la consagración del pan, Él se convierte a Sí Mismo en nuestro alimento espiritual cotidiano”.
Nosotros encontramos éstas palabras y las enseñanzas de los Papas esparcidas en todo el libro: “A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen”.
Concluimos ésta meditación, citando uno de los muchos mensajes, donde Nuestra Señora sugiere, de una manera muy simple, como poner en práctica las enseñanzas del Santo Padre:
“Miremos juntos sus ojos, que se abren para traer sobre el Mundo la luz de la Verdad de la divina Sabiduría. Enjuguemos juntos sus lágrimas, que descienden para compadecerse de todo sufrimiento. Estrechemos juntos sus manos, que se abre para traer la caricia del Padre sobre las miserias humanas, para dar ayuda a los pobres y a los pequeños, apoyo a los débiles y confianza a los desalentados.
Calentemos juntos sus pies, que seguirán caminos ásperos e inseguros, para buscar a los extraviados, encontrar a los perdidos y dar esperanza a los desesperados. Besemos juntos su pequeño corazón, que apenas a comenzado a latir de amor por nosotros. Es el Corazón Mismo de Dios. Es el Corazón del Hijo Unigénito del Padre. Es el Corazón que late para renovar el corazón de cada criatura. Es el Corazón nuevo del mundo. Es el Amor Misericordioso que desciende del seno del Padre, para llevar a toda la humanidad la redención, la salvación, y la paz”. (24 de Diciembre de 1995).